-Emm... Éramos compañeros de la escuela secundaria ¿Verdad James?- La castaña le hizo una señal al chico para que le siguiera el juego. No quería que su amiga y compañera de trabajo se enterase del oscuro pasado compartido de ambos.
-S...Si, íbamos al mismo curso- Siguió James.
- Okey- contestó sin importancia la muchacha del pircing.- Déjame un momento para que me cambie este estúpido disfraz y nos iremos.-
-No hay problema Amor- contesto el chico.
La de rastas se retiro hacia los vestidores del local dejando a los jóvenes suspirando de alivio gracias a que no había seguido con las incomodas preguntas.
-¿Por qué has mentido?- cuestionó confundido el rubio
-Skylar Es una de mis mejores amigas y no quiero verla sufriendo porque tú fuiste, eres y serás un bastardo.- escupió la de orbes mieles.
-Contestarte lo de bastardo estaría muy mal ya qué me has salvado el pellejo- pensó en voz alta- Te la dejare pasar, pero solo por esta única vez- advirtió mientras le señalaba con su pálido y largo dedo índice.
La joven madre rodó los ojos y al instante Skylar terminó de cambiarse sus prendas por unas de su estilo punk-rock. Abrazó y beso en la mejilla a su compañera para luego cruzar el mostrador y atacar los labios rosados de su novio. Este la abrazo por la cintura y sonrieron entre besos.
-¡¡¡Hey!!! Ustedes dos, los de las hormonas alborotadas, salgan de la tienda ahora, antes de que les vacíe un balde de agua congelada encima de sus cuerpecillos.
- Aguafiestas- habló James
-Te estamos enseñando lo que tendrías que aplicarle al ruloso esta tarde- guiñó un ojo mientras que su novio colocaba sus brazos con algunos tatuajes, alrededor de la cintura de la castaña.
- Cállate Skylar Alison Heawebe- la reprendió la joven madre con las mejillas sonrosadas. Hasta el momento no se había imaginado lo que se sentiría volver a besar los dulces y embriagadores labios carnosos del padre de su hija, pero ahora, sentía la necesidad de hacerlo. Quería saborear su boca, explorarla con su lengua. Quería que Harry recorriera su cuerpo palpándolo con sus manos, que enroscara sus brazos forrados en tatuajes debajo de sus nalgas para poder alzarla y que ella enroscara sus piernas en la cintura del chico, ya que la diferencia de alturas no ayudaba a la castaña. Anhelaba que cuando el beso terminara ambos se mirasen a los ojos para perderse en el eterno océano de estos.
La muchacha aun recordaba su ultimo-primer beso en aquel aeropuerto que definía el comienzo y el fin de una historia de amor adolecente. Con un viaje y el nacimiento de un bebe sus vidas cambiaron rotundamente. Ambos tomaron caminos diferentes, pero por esas casualidades del destino, sus caminos se volvieron a unir y aquí están ahora.
Cuando la ojimiel despertó de su trance sus acompañantes se habían retirado del lugar dejándole sola.
Una hora más tarde se encontraba caminando por las calles de la ciudad luego de haber cerrado el negocio.
Observaba a su alrededor recordando su infancia en ese sitio.
Corriendo por el parque jugando al escondite, jugando '' a la mama y el papa'' junto a Harry, obsequiándose de vez en cuanto pequeños piquitos en los labios inocentes.
Unos años después comenzaron a darse besos reales mientras se abrazaban y se susurraban palabras de amor al oído.
Parecía un pasado tan lejano, como si todo aquello hubiese sucedido en otra vida. Las memorias pasaban frente a sus ojos proyectándose como en una película, en la cual ellos eran los protagonistas. Desde ese punto de vista, podía observar absolutamente todo. Desde los orbes verdes del rizado que brillaban cada vez que la joven madre sonreía, hasta los leves sonrojos de su chico cuando se besaban.