Capítulo 11

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PARTE 11

(María Teresa apretó las sábanas contra su cuerpo y abrazó la almohada a su lado. Cerró los ojos y presionó sus labios contra ella. Todavía conservaba su olor, ese olor a hombre que alguna vez la había conquistado, tan puro, tan natural, tan fresco y a la vez tan intoxicante. Presionó aún más la tela con la yema de sus dedos y sonrió. Había recuperado ese olor tan familiar que con los años se había borrado de su piel, perdiéndose en sus recuerdos. Ahora volvía a sentirlo abrigando su piel y eso significaba una sola cosa: había sido suya una vez más pero esta vez no había ocurrido en sus sueños como tampoco en los de él. Había sucedido en la misma realidad que ambos compartían, con sus cinco sentidos puestos en el otro, con el mismo deseo quemándoles la piel. Frotó la alianza en su mano y la sonrisa se desdibujó de su rostro lentamente. Aunque había sido suya, no estaba segura hasta que punto él lo había sido de ella. La había amado sí, pero no la recordaba y no solo eso sino que además había desaparecido antes de que ella despertara, tan rápido como desaparecería aquel aroma de aquella almohada. Él le había entregado su cuerpo pero no así su alma que todavía estaba demasiado atormentada. En aquel momento recordó lo que era amarse en plenitud y aunque acababa de vivir un momento hermoso y placentero, no había sido pleno como esperaba. Ella quería su cuerpo y su alma como aquella primera vez en el pozo. Allí ni el disfraz como Santiago Guanipa, ni su mirada fría llena de venganza, había podido evitar que él se entregara a ella por completo con todo su ser, como ella lo había hecho con él. Anhelaba volver a despertarse a su lado, con sus besos, sus caricias, sus "Buenos días, Señorita". Sin embargo, no solo se había despertado sola, sino que él había huído antes que ella pudiera notarlo. Esa huída la atemorizaba ¿Significaría que la noche anterior la sentía como un error y elegía a Bárbara?)

Miró hacia el techo y susurró:

"Dios mío, no permitas que eso pase. Él TIENE que volver a elegirme. A mí. No dejes que me olvide..."

(Santos entró a la casa y se dirigió a la habitación. Bajó el picaporte con su mano pero la puerta no se abrió)

Santos (movió las manos reiteradas veces): "Vamos, Bárbara! Sé que estás ahí. Abre la puerta"

(Un simple silencio siguió sus palabras)

Santos: "Bárbara por dios! Somos gente adulta. No quiero mentirte y mucho menos lastimarte (hizo una pausa) No quise decir lo que dije (respiró con fuerza, ni él lo creía pero siguió adelante) Bárbara tú me provocas, me enfrentas constantemente y a veces pierdo los modales y las formas y termino diciendo cualquier cosa (respiró hondo) Perdóname"

(Él sabía que en el fondo estaba siendo lo que llaman, un hipócrita. Sí había querido decir lo que dijo. Sí era cierto que él buscaba a María Teresa. Sí era cierto que había pasado una sino la noche más perfecta de su vida aunque ¿lo había hecho con una mujer que amaba? Todavía no podía responder esa pregunta con la certeza que hubiera deseado en aquel momento. Solo tenía claro que lo único que no había querido hacer era dejarla despertando sola sin embargo, ya sea por miedo, confusión o cobardía había terminado haciendo lo opuesto a lo que le dictaba su corazón)

Santos: "Bárbara! Tenemos que hablar. No quiero que discutamos de este modo (respiró con fuerza y apoyó la mano sobre la puerta quedándose en silencio durante algunos segundos) Está bien. Como quieras. Nos vemos más tarde"

(Bárbara lo escuchó alejarse, los pasos fueron cada vez más suaves hasta que se perdieron en el pasillo. La habitación estaba una vez más revuelta, la ropa estaba salida de los cajones y sobre el suelo debajo de algunas joyas que brillaban entre blusas y cinturones. Bárbara se encontraba sentada en el centro de la cama. Parecía perdida o demasiado concentrada. Su mirada estaba completamente enfocada en la palma de su mano frente a ella. Sostenía una pequeña cajita, una cajita con un doble fondo donde ella guardaba un secreto, un secreto en forma de alianza y que ahora se encontraba vacía, tan vacía como podría ser su vida sin Santos. Había dado vuelta el cuarto, buscado en cada rincón de la habitación y no había ningún rastro de aquel secreto. Recordó el momento en el pozo aquella mañana e hizo un esfuerzo sobrehumano cerrando los ojos con el fin de recordar sus manos. Los abrió inmediatamente ¿Pero qué estaba haciendo? Aún cuando él lo hubiera encontrado, no había manera de que lo llevara puesto. Sintió un dejo de esperanza en su interior. Quizás lo había encontrado pero claramente no sabía que significaba o de quien era. No había manera de que pensara que era suyo y tampoco se lo mostraría a María Teresa dado que ella no le había dicho que era su esposa por miedo a que le hiciera daño. Eraprobable que estuviera exagerando aunque debía tener mucho cuidado. Primero debía saber si la alianza estaba en posesión de Santos, después debía recuperarla y finalmente debía estar preparada ante cualquier pregunta que él pusiera hacerle respecto de la joya. Una vez más debía agregar una mentira más a su lista en caso de que él la enfrentara. Cerró la caja y aquella esperanza volvió a desvanecerse en su interior. Todo eso sonaba muy bien a pesar del peligro que acarreaba que la hubiera encontrado. Era una visión bastante positiva pero no era la única ¿Qué si él comenzaba a sospechar? Ya estaba confundido. Recordó las palabras en el pozo aquella mañana "Soy yo el que la busca, soy yo el que la necesita". La alianza ya había desaparecido ¿cuánto tardaría Santos en desaparecer de su vida?)

Un Santos entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora