— ¿Vendrás con nosotros? —preguntó Eiko unos minutos después de que todo quedara en silencio.
— ¿Qué? —respondió Kate de forma distraída, ella no lo veía a él, más bien a los soldados armados que se encontraban hablando en un lenguaje extraño.
— ¿Vendrás con nosotros? —repitió —. Seguro que, después de lo sucedido hace unos instantes tendrás muchas preguntas.
Kate lo miró finalmente
—Bueno, si —confesó —. Pero no es como que pueda irme así sin más. Debo llegar a casa.
—Kate, en estos momentos regresar a tu casa es lo menos indicado.
— ¿Por qué?
—Los guiarías hasta tu familia. Las criaturas que recién mataron no deben ser las únicas cerca.
Kate pensó en ello un instante, ciertamente, no deseaba que cualquier ser extraño entrara a su casa y lastimara a sus padres, mucho menos a su hermana. Si ella regresaba a casa y guiaba a ellos hasta su familia y terminaban heridos, jamás se lo perdonaría. Así que, pese a su deseo de regresar —y asegurarse de que todos se encontraban a salvo— aceptó ir donde Eiko.
—De acuerdo, iré. Sólo si prometes que mi familia está a salvo.
—Los vigilaremos, nadie los lastimará.
Asintió y en seguida Eiko habló en el mismo lenguaje extraño de los soldados, estos le respondieron e inmediatamente entraron en la nube amarilla. Únicamente dos soldados se mantuvieron a lado de ella.
—Entra —indicó Eiko en dirección a la nube —. No es dañina, lo juro.
—Si tú lo dices... —dijo Kate no muy convencida. Se posó frente a esa bruma amarilla y la observó detenidamente, a simple vista se veía inofensiva. Pero si entrecerraba sus ojos lograba ver un paisaje entre aquella neblina
«Vamos, debes entrar. No es nada complicado, sólo entra en eso» pensó ella, balanceándose ligeramente sobre la punta de sus pies.
«A las tres. Una, dos, tres» saltó dentro de la nube.
Inmediatamente después de saltar dentro, Kate sintió como si todo su mundo fuera volteado 180° ella no esperaba tal giro en su centro de gravedad. Incluso, llegó a pensar que ahora su estómago se encontraba en su garganta. Todo a su alrededor daba vueltas y vueltas, se encontraba en un vórtice giratorio, que lo único que ocasionaba era un horrible mareo.
Por eso en cuanto cruzó al otro extremo de aquella nube sospechosa y aterrizó en el suelo, impactándose duramente sobre el, agradeció silenciosamente que hubiera terminado. Sin embargo, los pocos segundos de alivio, terminaron en cuanto unas inmensas ganas de vomitar se apoderaron de ella.
—Han regresado —escucho una voz a unos pasos de ella. Con mucho esfuerzo levanto la vista para encontrar a Kayden frente a ella.
«Así que esa es su voz» logró que el pensamiento se colara entre el horrible mareo.
—Kate, ¿te encuentras bien? —esta vez fue Eiko quien habló, él recién acababa de atravesar la nube.
—Seguro, de maravilla —no pudo evitar el sarcasmo en su voz. Colocó una mano sobre su estomago intentando calmar el mareo.
—Oh lo siento, debí imaginarme que te marearías.
— ¿De verdad? —volvió a preguntar en el mismo tono y eso fue lo último que dijo antes de que buscara frenéticamente algún cesto de basura, se inclinara sobre el y vomitara la cena de la señora Green.
—Lo lamento, de verdad. No sabía que esto sucedería, aunque claro, jamás hemos probado que efecto tiene en los humanos. Eres la primera humana en viajar de esta manera —confesó—.Felicidades. —dijo en tono animado
Kate, quien finalmente logró separarse del bote de basura lo miró de forma asesina.
—Debiste decirlo antes —exclamó entre dientes, nuevamente volvió su rostro al bote para después desplomarse sobre el suelo hecha bola y cerrando sus ojos, sintiendo como la habitación giraba a su alrededor.
«Así debe ser cuando te emborrachas. Decidido, nunca tomaré nada de alcohol en mi vida»
—Será mejor que descanse. Hablaremos con ella en la mañana —Kate no sabía exactamente a quien pertenecía la voz, se encontraba a medio camino de la inconsciencia. Lo último que escuchó fue a la voz misteriosa decir que la llevaría a su habitación. Cerró los ojos y durmió al instante.
*~*~*~*~*~*~*
Cuando Kate finalmente despertó varias horas después, notó que se encontraba recostada sobre una cama bastante amplia y cubierta de varias mantas. La habitación le resultaba enorme y no había nadie más en ella. Al inició sintió pánico, pero segundos después recordó porque se hallaba en aquella habitación. Se incorporó lentamente hasta quedar sentada sobre el colchón y observó su alrededor intentando descifrar si era de día o noche, aunque sin éxito alguno. Las pesadas cortinas de terciopelo que cubrían las ventanas impedían el paso de cualquier luz.
Pasados unos buenos minutos, decidió que no podía quedarse sentada esperando a que alguien llegara y le explicara todo, así que, apartó las mantas para colocarse sus zapatos y salir en busca de respuestas. Una vez fuera de la habitación se paralizó por completo, frente a ella se encontraba un enorme pasillo, un pasillo bastante familiar. Las paredes eran tan grandes que no lograba ver el final de estas, los candelabros sujetos a ellas alumbraban lo justo para ver el suelo y el techo, se encontraba tan arriba que se perdía en la oscuridad.
Caminó por el pasillo y mientras más avanzaba, más crecía aquella sensación de deja vú. No fue hasta que llegó al final, donde una imponente puerta le impedía continuar, que recordó el lugar. Se trataba de la misma puerta de sus sueños. Empujo lentamente la puerta, la cual —para su gran sorpresa— no era en absoluto pesada, revelando el interior de una sala igualmente familiar. Al fondo de la sala, un pesado escritorio de madera contenía múltiples papeles y botellas con sustancias extrañas, detrás de este, Kayden revisaba algunos de ellos.
—Ehh... ¿Hola? —saludó Kate en voz débil y temblorosa. Kayden levantó la vista ante el sonido.
—Hola —respondió él con voz grave y segura.
—Yo... —habló en voz tan baja que ni ella logró escucharla a la perfección, se aclaró la garganta y volvió a empezar —. Recién desperté y cuando salí me encontré con ese pasillo y yo... bueno, su...supongo que logré llegar hasta aquí —tartamudeó.
Conforme hablaba el tono de Kate disminuía de volumen hasta convertirse en un tono agudo y sus mejillas se tornaron de un color rosado. Sus manos, que sujetaban el borde de la puerta lo sostuvieron tan fuerte que sus dedos comenzaron a doler.
—Supuse que eso pasaría. Eiko manejó tu mente de manera que vieras el pasillo para conducirte hasta aquí.
—Si, bueno... Mm... —balbuceó, no era la primera vez que esto le sucedía, siempre que hablaba con alguna persona nueva solía actuar de la misma manera y ahora con aquel chico bastante intimidante frente a ella, el efecto se multiplicaba por diez.
« ¡Di algo! No te quedes como idiota» se regaño mentalmente.
— ¿Quieres desayunar? —le pregunto Kayden después de unos tensos minutos en silencio.
—Ehh...sí, claro —aceptó un poco aturdida, pues no esperaba aquel ofrecimiento.
Kayden echó hacia atrás su silla para levantarse y caminar en dirección a la puerta, Kate, anticipando el movimiento retrocedió unos pasos y esperó a que saliera. En cuanto lo hizo, fingió observar las paredes y metió sus manos en los bolsillos de la sudadera que llevaba, intentando controlar el temblor de estas.
—Sígueme —ordenó él y Kate pronto se encontró siguiendo a aquel extraño chico sintiéndose completamente torpe y avergonzada.
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La Guardiana de Allerin
FantasyDuendes, hadas, sirenas, dragones... Todos hemos escuchado hablar sobre ellos. Algunos creen que existen, otros se mantienen escépticos y a unos cuantos no les interesa. Katelyn Simons es una de esas personas que se mantienen escépticas, jamás los h...