Hace un par de años, Anna —hermana de Kate— le contó una anécdota sucedida en casa de su amiga. En la historia, Anna decía que mientras conversaban en el cuarto, sintió como alguien la observaba, cuando se atrevió a mirar por la ventana logró ver a una persona.
—Lo juro, hermana —le dijo esa misma noche —. Parecía humano, ¡Pero tenía cuernos! —exclamó.
—Ningún humano es capaz de tener cuernos —respondió, sin despegar la vista de su computador.
—Los tenía, de verdad.
—Es imposible. No existe tal cosa. Ahora, ¿puedes salir de mi habitación? Necesito terminar esto —dio por terminada la conversación.
Recordaba que en ese instante, creyó que su hermana quería jugarle una especie de broma sólo para molestarla. Resultaba imposible.
«Humano con cuernos. ¿Qué sigue? ¿Unicornios volando fuera de la ventana?» pensó.
Ahora, después de escuchar la explicación de Eiko, creía exactamente lo mismo. Seguramente era una especie de broma y estos dos chicos no eran más que unos farsantes.
—Lo siento —dijo Kate, después de unos tensos minutos en silencio —. Pero no creo en nada de lo que dices.
—Sabemos que es difícil de asimilar, pero lo lograrás, en poco tiempo tú...
—No existe nada que asimilar —interrumpió Kate y se levantó de la cama —. Es ridículo.
—Kate, escúchanos...
—No. Ustedes están locos, me secuestraron ¿Sólo para contarme tonterías?
—No es un secuestro, pensamos dejarte ir cuando quieras.
—Entonces quiero irme —buscó su mochila por la habitación y la encontró en la mesa donde Eiko y Kayden se sentaron antes de acercarse a ella —. Y por favor, pueden dejarme en paz. No necesito distracciones en este momento.
Tomó su mochila y la colgó a su hombro, caminó a la puerta dispuesta a marcharse de ese lugar y alejarse de ellos. Su mano se encontraba en el pomo de la puerta cuando la voz de Eiko la detuvo.
—Espera, Kate. Olvidé mencionártelo antes pero —ella dio media vuelta para verlo —, no somos los únicos que han logrado encontrarte. Los Riddecks, también van tras de ti. Queríamos advertirte, debes tener cuidado.
—Seguro. Mira, si logro encontrarme con aquellos asesinos te prometo que correré —dijo, con total sarcasmo en su voz —. ¿Puedo irme ahora?
—Una cosa más —Eiko caminó donde Kate y extendió su mano con la palma hacia arriba, revelando una pequeña esfera de color amarillo —Toma. Si te encuentras en peligro sólo lanza esto al suelo y te ayudaremos.
Lo único que ella quería era salir de ese lugar cuanto antes, así que, tomó la esfera y la guardó en un compartimiento de su mochila. Observó a ambos chicos una vez más, Eiko se veía preocupado e inquieto, mientras que Kayden... Kayden se limitaba a mirarla sin expresión alguna, parecía más bien aburrido que otra cosa. Giró el pomo, salió de la habitación y no miró atrás.
************
A lo largo de la semana, Kate se mantuvo ocupada con sus estudios. El pequeño episodio de su secuestro pasó al olvido. No volvió a ver ni a Kayden ni a Eiko, inclusive, los gatos negro y gris parecieron desaparecer del mapa. Kate pensó que eso, podía ser una coincidencia.
«Sólo una coincidencia» Se repetía cada día que pasaba sin ver a los gatos.
Esa tarde después de la escuela, Kate acompañó a Lindsey a su casa para estudiar juntas. Los exámenes se acercaban y Lindsey requería ayuda en unas cuantas materias. Al finalizar, Kate se despidió de su amiga para regresar a casa. Pasaron tanto tiempo juntas que había anochecido sin que lo notara.
Los postes de luz iluminaban la calle, Kate se aseguro de caminar bajo su luz. Sin embargo, tres calles después, notó que algo andaba mal. Las lámparas, que siempre deben estar encendidas se encontraban apagadas. La calle se veía siniestra sin luz. Kate siguió caminando, debía llegar a casa, era tarde, no importaba si las luces fallaban. Caminó por varios minutos pero, sin importar lo mucho que se alejaba no lograba llegar a alguna parte iluminada.
Comenzó a preocuparse, no podían fallar todas las luces de la ciudad ¿o sí? Caminó más deprisa, ahora llegar a casa le parecía la salvación. Pero por más que corría, Kate se dio cuenta de que no llegaba a ningún lugar. Se detuvo y observo su alrededor. Un edificio hecho de ladrillos se encontraba frente a ella, el mismo edificio que hay a sólo un par de calles de la casa de Lindsey.
«No» repetía una y otra vez en su mente. «No, no, no, no. Imposible»
Sacó el teléfono para llamar a Lindsey, pero su celular no tenía recepción. Kate pensó llamarla desde un teléfono público, el problema era que cerca de aquí no había uno.
— ¿Estas perdida, chica? —dijo una voz a su espalda. Kate giró para ver a un joven completamente vestido de negro mirándola detenidamente.
—No, estoy bien —respondió.
— ¿Está segura? Se ve bastante... alterada —el chico se acercó y detrás de él otros tres jóvenes avanzaron. Todos vestían de negro y resultaban bastante amenazadores. Sin pensarlo dos veces, Kate comenzó a correr.
Escuchaba la voz de los chicos a sus espaldas, los tres parecían divertirse mucho con la situación, Kate por su parte, estaba a punto de sufrir un infarto. Corrió y corrió como si su vida dependiera de ello y a decir verdad, así era. Intentó perderlos girando en las esquinas, pero fue entonces cuando se dio cuenta de que sin importar las vueltas que diera llegaría al mismo lugar, frente a aquel edificio de ladrillos. Siguió corriendo sin voltear siquiera a verlos por temor a caer.
—De nada sirve que corras. Te atraparemos.
Los ignoró, pero ellos tenían razón, si no lograba salir de este lugar la atraparían. Fue entonces cuando recordó las palabras de Eiko. Si te encuentras en peligro, sólo lanza esto al suelo y te ayudaremos.
« ¡La esfera!»
Rápidamente, giró la mochila sobre su hombro, abrió el bolsillo delantero y encontró la pequeña esfera. Desde el día en que se la dio, Kate no se atrevió a abrir ese bolsillo. Ahora con la esfera en sus manos, todo le parecía tan irreal. No tenía tiempo de pensar si era real o no. Se detuvo de golpe, levanto la mano con la esfera en ella y la lanzó al suelo con todas sus fuerzas. Los sujetos —que segundos antes la perseguían— también detuvieron sus pasos y exclamaron un fuerte «no» al ver como una nube de humo amarilla salía de la esfera.
A través del humo, Katelyn logró ver como unas personas salían de el. Uno a uno, las personas salieron, armados con espadas y armaduras doradas brillantes. Sus perseguidores intentaron huir, pero aquellos nuevos defensores corrieron tras ellos. Observó como las personas armadas acechaban y mataban a los perseguidores, ella esperó ver sangre y cadáveres en el suelo, sin embargo, en cuanto mataban a los perseguidores estos desaparecían hechos cenizas.
Finalmente, mataron al último de los cuatro y todo quedo en calma, la calle oscura recuperó su luz. Kate no sabía cómo explicar aquello. Ahora que aquellos chicos desaparecieron, Kate se preocupó por quedarse sola con los nuevos personajes. No tuvo que preocuparse por mucho tiempo, ya que otra figura salió de entre la nube amarilla. Era Eiko. Sorpresivamente, sintió alivio al verlo.
—Grandioso espectáculo el que acabas de presenciar ¿eh? —le dijo a Kate —. Me alegra que nos llamaras. Sólo una pregunta. ¿Ahora nos crees?
Y por primera vez, desde que conoció a Eiko, Kate le dijo que sí.

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La Guardiana de Allerin
FantasíaDuendes, hadas, sirenas, dragones... Todos hemos escuchado hablar sobre ellos. Algunos creen que existen, otros se mantienen escépticos y a unos cuantos no les interesa. Katelyn Simons es una de esas personas que se mantienen escépticas, jamás los h...