Acomodó el álbum de nuevo en la caja donde estaba y la cargó hasta la cocina. Quería ver las demás fotografías mientras comía algo. Su apetito hacía que su estómago sonara como un león rugiendo.
Tomó las bolsas que había traído del súper y esparció todo sobre la mesa que estaba a escasos pasos de la estufa.
-¿Qué quiero? -se preguntó mientras examinaba sus opciones.
Había comprado únicamente artículos refrigerados, listos para ser calentados y llevados directamente al plato. Entre sus opciones se encontraba una bolsa de alitas bañadas en salsa búfalo, costillas BBQ, filetes de pescado empanizado y un paquete de 6 pizzas de pepperoni.
Tomó la bolsa con pescado empanizado y vio las instrucciones de cocinado. Decía que se podría calentar en microondas o en un sartén. Casi pudo escuchar a Vera diciendo: «No confíes en los microondas. Cuando lo haces te traicionan y explotan». Él solía contestarle que no fuera ridícula, a lo que ella casi siempre le respondía: «No sabes cómo empezó la rebelión de las máquinas. La verdadera historia es que Skynet empezó haciendo microondas y lavadoras. Así se apoderarán del mundo, Rey. No seas ingenuo».
Soltó una carcajada en medio de la cocina, ese recuerdo siempre lo hacía sonreír. Rió un poco y luego se hizo un silencio sepulcral en la cocina. Para mitigarlo sacó el pescado de la bolsa. Estaba en el proceso de investigar cómo calentarlo cuando escuchó el motor de un auto apagándose y el ¡plat! de una puerta cerrándose. Corrió a la puerta con los brazos casi abiertos, listo para abrazar a su esposa, pero cuando la abrió no era Vera.
-Hola, señor Rodríguez -saludó con un suspiro que intentó disimular para que no sospechara nada su vecino.
-¡Hola, José! Buenas tardes -saludó con la mano y cerró tras de sí la puerta de su casa. Rey hizo lo mismo y se recargó en la madera de la puerta. Inhaló hondo, y luego lo soltó lentamente para después volver a la cocina.
-Veamos -habló al aire-. Aquí dice que se debe agregar aceite al gusto. ¿Servirá el de aerosol? Yo creo que sí.
Prendió la estufa, puso un sartén encima de la flama y el pescado en el sartén.
-Ahora supongo que se rocía.
Rey nunca se molestaba leyendo las letras pequeñas. Leía mucho -cincuenta o sesenta libros al año-, pero jamás las letras pequeñas. Fue la razón por la que no estaba enterado que el aceite en aerosol es altamente inflamable.
Se alzó una flama que llegó hasta el techo, dejando una mancha oscura de ceniza. Vera me va a matar, pensó. El pescado ardía en llamas y un olor a chamuscado invadió la cocina casi inmediatamente, junto con una leve picazón en las fosas nasales de Rey por el humo.
-Mierda, mierda, mierda -Rey estaba pasmado.
Lo primero en lo que pensó fue en rociar el sartén con agua de la llave, pero esto sólo hizo que la flama amarilla se agrandara, casi quemándole las pestañas. Se sobresaltó y tomó el sartén con las manos, blandiéndolo hacia atrás. El pescado trazó una curva en el aire, dejando el fuego tras de sí, y milagrosamente no lo quemó. Cuando aterrizó, Rey profirió un grito. El pescado en llamas había caído en la caja que tenía todos los álbumes de fotografías que había llevado hacía unos minutos. En su desesperación, sopló a la llama con la esperanza de que esto la apagara, sin embargo nada ocurrió.
Recordó que tenían un extintor que Vera le había hecho comprar por si acaso. «Ya sabes lo que dicen, José. Es mejor prevenir que lamentar», le había dicho en el Costco el día que estaban en descuento los artefactos contra incendios.
Subió corriendo las escaleras que daban a la habitación, abrió el clóset que estaba frente a la cama matrimonial y vio toda la ropa que habían acomodado, pero no estaba el jodido extintor.
-¿Dónde lo dejaste, Vera? -dijo al aire. Si estuviera ella en casa, nada de todo esto estaría pasando.
Buscó entre la ropa. Nada. El humo del pescado ya estaba subiendo hasta donde él se encontraba. Sólo entonces regresó a su memoria la imagen de Vera diciéndole: «Aquí voy a dejar todos los artículos de emergencia, Rey. Vi en Discovery Chanel que es conveniente dejar todo esto junto».
Corrió al sótano, y, justo como se esperaría de Vera, el extintor estaba acomodado en un lugar visible: junto a la gran lavadora roja.
Para cuando apagó el pequeño incendio en la caja de RECUERDOS <3, notó que había sido lo suficientemente rápido como para salvar la cortina junto a la caja, pero no tanto como para salvar los álbumes de recuerdos.
Sin respaldo electrónico.
Ahora sí estoy frito.
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VERA (PARTE 1 de 2)
Misterio / SuspensoVera no estaba en casa cuando Rey regresó del supermercado. Él asumió que había salido a dar un paseo, pero cuando al día siguiente aún no aparece, es momento de buscarla. ¿Dónde está Vera?, es lo que Rey se pregunta sin poder responderse porque no...