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    —Mi amor, ya llegué, ¿estás en casa?
    No hubo respuesta.
    —Vera, ¿estás ahí?
    Silencio.
    Rey esperaba que haber ido a comprar la despensa hubiera sido tiempo suficiente para que Vera hubiera vuelto a la casa que hacía poco se había convertido en su hogar. Ella a veces tomaba paseos solitarios como para olvidarse de todo; como para olvidarse que existía esa casa. Nunca le había fascinado la idea de que se endeudaran tanto con el banco para poder comprar la casa. «Es algo que tenemos que aceptar si en serio queremos esta casa, mi amor», le había dicho Rey. Y tenía razón, pero Vera, orgullosa, se había negado, y cuando descubrió que sin su consentimiento Rey había tramitado el préstamo, se disputó una de las peleas más memorables de su relación.

VERA (PARTE 1 de 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora