7. Nueva York entre hilos y agujas.

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VERÓNICA PDV.





                       Mi cuerpo se sacudió y en cuestión de segundos salté de mi cama, enredándome con las sabanas por supuesto. El sonido de la alarma taladraba mis oídos y para vengarme decidí que tirarle un zapato era buena idea. Levante el camisón que llevaba para dormir de mi cuerpo y como la vida me odia, me quede atrapada porque la maldita camisa no quería salir, entre a pasos ciegos al baño y dí un jalón a la camisa, salió por los aires, era un desastre, las mañanas en L.A era un desastre, sobre todo las mañanas del Lunes. 




—¡Maldito seas escalón! 




Gruñí con dolor y daba tontos saltos con un solo pie dentro de la regadera, respiraba con dificultad, me había dado en el dedo chiquito y eso dolía como el infierno. 




—Maldita física, malditos escalones, malditos objetos que se topan con el dedito chico del pie. 




Abrí la regadera y por la madre Teresa de Calcuta, el agua estaba endemoniadamente fría. Como los gatitos salte fuera de su dirección y me pegue a la pared, que también estaba fría. ¿Por qué esto me pasa a mi? ¿Por qué siempre olvido encender la calefacción? Joder. Todo estaba saliendo mal, la verdad es que, desde que Elizabeth no esta, todo por las mañana es horrible. Estiré mi mano para medir la temperatura del agua y cuando la sentí aceptable para mi entre en ella. Esta era mi rutina; Despertaba a las 6:00 a.m. Maldecía el escalón de mi baño mientras lucho con mi pijama. Me quejaba del agua fría, 6:10 a.m. Terminaba de vestirme a las 6:30 a.m. y eso contaba con desenredar mi cabello que, a pesar de ser corto, era un nido de pájaros locos. Lo único bueno de todo mi maratón es mi uniforme, yo lo propuse en una reunión y la verdad, me toco diseñarlo, pero valió la pena. 




Peiné mi cabello dejándolo recto sobre mis hombros y me coloqué un poco de perfume. Extrañaba a Eli con todas mis fuerzas. Las mañanas no son iguales sin ella aquí, no es por ser mala ni nada, solo que Ronnie y Venecia están más en sus asuntos y Jack, bueno, a él si no lo conseguías desayunando, o esta durmiendo o en el hospital. 



¡Elizabeth me hacía el desayuno! 



Me levantaba temprano y encendía la calefacción, ¡La encendía! Además, acosar yo sola a nuestro vecino no es tan divertido. 



Aun llorando internamente por mi mujer, baje al comedor con prisa. ¿Por qué tenía que haber tantos relojes en este departamento? Lo único que hacen es recordarme que siempre llego tarde, ugh. 




—Alguien se levanto con el tercer pie. —Canturreó Venecia. 




—¿Por qué esa cara, Pollie?




—Odio los lunes —murmure entre dientes.




—Y los escalones —rió Venecia. 




Maldita, aun me duele el dedo. Tomé una tostada y le unte crema de maní, supongo que era de Venecia ya que gruño, me encogí de hombros.

Crossed Stories - 5 Seconds of SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora