Capitulo 1-Lina

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Luego de un par de meses de aquella noche del casino; me encuentro mirando televisión con mi hija cuando se me ocurre algo que quería hacer hace mucho tiempo, y que mejor hacerlo ahora que puedo y que tengo la oportunidad. Busco mi teléfono y marco a mi madre.

—Hola, hija.

—Hola, ma.

Lo mío no es hablar por teléfono, que quede claro.

— ¿Cómo estás? ¿Cómo está Ayelen? —quiere saber.

Mis ojos se dirigen hacia mi hija, que se encontraba muy concentrada mirando los dibujitos animados.

—Bien, estamos acá, viendo tele.

Sí, definitivamente esto no es lo mío, me quedo con el WhatsApp.

—¿Estás cómoda en tu nueva casa? ¿Necesitas algo?

Ella siempre está preocupándose de más.

—Eh... Sí, estamos bien y, sí, necesito un favor; por eso te llamaba —suspiro, cruzando los dedos; ojalá que me diga que sí.

—A ver, ¿qué es lo que me quieres pedir? —azuza, con ese tono de "a ver con qué me sales ahora".

—Bueno, necesito que me cuides a Aye un par de semanas. —Espero el grito.

—¿Qué? —Y ahí está mi grito, ja—. Ni loca —chilla como si le hubiera pedido que asesinara al Presidente.

—¿Por qué no? Ni siquiera me preguntas porqué te estoy pidiendo que la cuides tanto tiempo, ni nada me preguntaste; por favor —le suplico, odio hacerlo.

—¿Por qué quieres que la cuide tanto tiempo? —cuestiona con tono aburrido, como diciendo que no importa el porqué, la repuesta sigue siendo "no".

—Porque me quiero ir a Alemania —le lanzo, sin más.

—¡¿Qué?! —vuelve a gritar, haciendo que corra el tubo de mi oído. Por Dios, qué exagerada.

—Lo que escuchaste. Quiero ir a Alemania y no la puedo llevar a Aye hasta que no termine con los documentos de ella y toda esa berenjena. ¿Puedes hacerme ese favor?

—¿Y por qué quieres ir a Alemania?

—Porque quiero conocer ese país y ahora puedo —le respondo.

—¿Te vas a ir sola? —me interroga. Con eso quiere decir que la lleve conmigo, pero si la llevo conmigo no me puede cuidar a Aye.

Buena jugada, mamá.

—Voy a ir con Sole.

—¿Por cuánto tiempo? —pregunta, analizando el campo.

—No sé, dos o tres semanas. ¿Me la vas a cuidar o no? Dime que sí, no puedes hacerme perder esta oportunidad —soné muy victima sufrida. Un Oscar para mí.

—Pero Lina, yo tengo que trabajar y ella tiene escuela... —la detengo.

—No hay problema con eso —tengo que pensar rápido—. Escucha... — Sin detener mi parloteo, le explico todo lo que se me había ocurrido y, con respecto a su trabajo, bueno, ella es enfermera, lleva veinte años trabajando en el mismo lugar; aunque sé que es algo que le apasiona, también sé que merece unos días fuera del hospital, así que debe reclamar sus vacaciones—. No debes preocuparte por nada, en absoluto —tomo aire para llenar mis pulmones después de esa perorata.

—¿Cuándo te irías? —pregunta, al fin.

—La semana que viene, o a mediados de la otra, en cuanto tenga los papeles en regla.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora