Capitulo 34

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Después de mandar a trabajar a Gaby y dejar a Sole en su casa, estoy de camino a la mía; debo llegar antes de que Aye despierte, así le tengo el desayuno preparado. Alex se ocupó de ella anoche; seguro que Erik e Ian ayudaron con el plan de niñeras. Me hubiese gustado verlos, a ver cómo se las ingeniaban con las preguntas de mi hija. Llego a casa y sin hacer ruido paso por la habitación de Aye, ella se encuentra dormida todavía y, por lo que veo, se durmió con la tele prendida; creo que Alex no pudo decir "no". Voy a mi habitación y Alex también sigue dormido; está boca arriba, con una mano en su abdomen y la otra extendida, la sábana lo tapa desde sus caderas hacia abajo y la luz del sol que entra por la ventana lo hacen ver jodidamente sexy; sus cejas y pestañas doradas parecen oro puro y su piel bronceada resalta más con el contraste del sol, las sábanas de seda negras lo hacen ver como un rayo de luz en la oscuridad, es una verdadera tentación, y mi maldito cuerpo ya está teniendo reacciones por el atractivo visual que derrocha en mi lecho. Muerdo mi labio inferior para controlar mi respiración, estoy teniendo una disputa interna, la cual consiste en si lo despierto, o lo dejo dormir y me voy a duchar. ¿Qué hago? Silenciosamente me acerco a la cama y lo observo unos minutos, frunzo el labio pensado en qué hacer, y me decido ir primero por una ducha rápida; cuando salga me hago cargo de ese cuerpo y mis ganas. Corro a la ducha, me saco la ropa con velocidad, me situó debajo de la regadera y puedo sentir como todo mi cuerpo se relaja, dejo salir un suspiro de satisfacción. Doy la vuelta para agarrar el jabón líquido y siento una brisa en mi espalda, giro como un autómata y mi cuerpo otra vez reacciona de la manera que hizo cuando entré en la habitación y lo vi con su esplendor dorado.

—Vengo por mi mañanero —articula a centímetros de mi rostro.

—Es todo tuyo —digo mordiendo mi labio, provocándolo.

Él pasa un brazo por mi cintura y me pega a su cuerpo sin ningún cuidado.

—Todo mío —repite.

Pasa la yema de sus dedos por mi rostro y baja por mi costado, haciendo una caricia cruelmente delicada que eriza y entumece cada parte de mi cuerpo. Hace que mi vientre se contraiga y mis rodillas golpeen entre sí. Él no deja de mirarme, me observa de una manera intensa, como si viera más adentro de mí; sus ojos queman los míos por su intensidad, pero estoy por completo hipnotizada en ellos y no puedo desviarlos. Sus dedos llegaron a la zona de mi centro y no pude evitar que un jadeo saliera de mi boca.

—Alex...

—Di que es mío —ordena. Tengo las palabras enredadas en mi garganta, por el hipnotismo de sus ojos y el placer que me están otorgando sus dedos—. Dilo, di que esto es mío —dice, presionando más sus dedos.

—Es tuyo... todo tuyo —jadeo.

Gruñe, me agarra el culo y me levanta, encerrándome entre su cuerpo y la pared; pone sus manos a los lados de mi rostro, enjaulándolo, y me vuelve a mirar rozando su nariz con la mía. Puedo sentir su aliento caliente en mi boca, mezclándose con el mío.

—Esto también es tuyo —dice, apretando su pelvis en mi vientre para darle más certeza a sus palabras—, todo tuyo —susurra en mi oído.

De un arrebato toma mi boca con vehemencia y voracidad, como si de ello dependiera su vida. Con su lengua enreda la mía en una lucha sin fin, sin ganadores ni perdedores. Succiona mi labio inferior y lo muerde, llevándolo consigo. Minimiza el beso de a poco cuando necesitamos aire y empieza a bajar con su boca, pero sin separar sus labios de mi cuerpo. Besa y pasa su lengua por cada parte de mi cuerpo, lo mordisquea, arrancando mis gemidos más profundos. Con un certero movimiento entra en mí, provocando que los dos jadeemos. Cierro mis ojos y elevo mi cabeza hacia arriba, él esta compenetrado en mi cuello, succionándolo y mordiéndolo. Comienza sus estocadas, mientras chupa mi pezón izquierdo que esta duro y rojizo, excitado por su toque. Sé que voy a tener mi espalda y caderas marcadas por la presión contra la pared y su agarre, que se hace más fuerte en cada embestida.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora