1. La última salida

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Se encontraba sentada en la banca del lugar que la vio crecer, del lugar que fue testigo de su primer y único gran amor... su parque favorito. Jamás se cansaría de estar en ese lugar.

Pero ese día no venía a disfrutar de la vista o el ambiente tranquilo... venía por él.

          — Hola Mariana —dijo Gerardo, sacándole de sus pensamientos.

          — Hola Gerardo... —dijo Mariana, sintiéndose más nerviosa de lo que ya estaba.

          — Pensé que quizá no ibas a venir —dijo rascándose la nuca.

          — Pues, aquí me tienes... —ella le brindó una sonrisa.

La tomo de la mano y la guió hasta los columpios. Extrañaba el contacto de su piel con la de él, tenía un año que ya no le había visto y en el que más problemas sucedieron.

Lo necesitaba más que nunca...

La tomo de la cintura y le susurro un sutil "Te quiero".

El contacto de su aliento con su piel le hizo estremecer por un momento.

¡Cuánto le habría ayudado escuchar eso antes!

Pero eso ya no importaba más... estaba ahora con ella, abrazándola y queriéndola.

          — No me dejes sola —le pidió ella, abrazándolo tan fuerte que temía lastimarlo—. Ya no más.

          — Ya no lo haré —le prometió él, aún sabiendo que no iría a cumplirlo.

          — Y te creo —afirmó ella, sintiendo un dolor en el pecho.

Él ya no dijo nada más.

Necesitaba recompensar ese tiempo que no estuvo a su lado... ese tiempo en que tuvo que alejarse de todos; por temor a lastimar a los que quería.

Temía recaer de nuevo, temía perder todo lo que tenía... temía por ella.

Duraron horas abrazados sin decir palabra alguna, no hacia falta decir algo o pedir disculpas... habría tiempo para eso después, si es que se podía.

La noche cayo, ella sabía que era hora de irse... sus padres no sabían que estaba con él de nuevo. Temía dejarlo, no quería dejarlo nunca más.

¿Qué debía hacer?

Pasaron los minutos y la tensión podía sentirse... él la notaba nerviosa, como si quisiera decir algo pero a la vez no; así que decidió romper el silencio.

          — ¿Sucede algo? —pregunto quitando sus brazos de ella.

          — Debo irme —declaró mirando a la nada.

          — Entiendo... —comenzó entonces a ponerse sobre sus pies.

          — Pero no lo haré —se apresuró besándolo.

No fue un beso rápido y hambriento. Fue dulce, con calma... fue como hace un año, con amor.

Él no quería dejar de besarla.

Ella no quería dejar de besarlo.

Ninguno de los dos se apartaría.

Así estuvieron por mucho tiempo... con calma y dulzura.

Relatos De Amor™|⏳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora