3.5 Diciembre | Segunda Parte.

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«Raúl, 5 años más tarde».

Me levante temprano como de costumbre, Marian... Mi esposa, estaba en la cocina preparando el desayuno.

Elizabeth, mi hija, se alistaba para ir a su primer día de clases en la primaria.

Haber conocido a Marian fue de las mejores cosas que me pudo pasar, al final de todo, resulto ser mi otra mitad y la madre de mi hija que no fue exactamente planeada pero un pequeño regalo.

Me adentre a la ducha, había tenido otra pesadilla, la misma de siempre. Yo escapando de los mafiosos que decían ser mis amigos y lastimando a la primer chica que amé.

Después de un rato ya estaba listo, debía ir al trabajo, así que baje las escaleras y me guíe por el suculento olor proveniente del santuario de mi mujer; la cocina.

          — Buenos días, amor —dije a Marian, dándole un casto y corto beso en los labios.

          — Buenos días a ti también querido —dijo brindándome una sonrisa—. ¿Llevaras a Elizabeth a su primer día de clases? —preguntó mientras seguía acomodando la comida en la mesa.

          — Claro, sólo esperaré a que baje —dije mientras ella asentía con su cabeza.

          — Buenos días papi —dijo Elizabeth bajando a toda prisa de las escaleras—. Buenos días mami —dijo también.

          — Buenos días Beth —dijo Marian mientras le servía un plato con huevos fritos y un tocino formando una carita feliz.

          — Buenos días princesa —dije después de presenciar tan bella escena. Sigo sin acostumbrarme a mi perfecta vida.

          — Estoy emocionada, será mi primer día de clases en la primaria... ¿Pueden creerlo? ¡Primaria! —dijo casi chillando.

          — Y lo que te falta... —dije en modo de cansancio.

          — Raúl, no desanimes a Beth —me reprendió mi amada.

          — Vale, desayunemos pues, que debes ir a la escuela temprano... ¿O es qué acaso quieres llegar tarde jovencita? —declare mientras alzaba una ceja.

          — ¡Ay no! —dijo asustada—. Tienes razón papi, apurémonos.

Y así hicimos, la lleve a tiempo a su primer día de clases y yo me dirigí al trabajo. El camino estuvo normal, sin tanto tráfico como de costumbre, así que llegue a tiempo.

          — Buenos días Licenciado Raúl, una señora tiene cita con usted a las 8 a.m. lo está esperando —me indicó mi secretaria.

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