Cuentos

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Iba de camino a la playa con mi mejora amiga, ella se llama Arleth, mi mejor amiga en todo el mundo, mientras íbamos en el autobús y ella dormía con la boca abierta a mi lado, yo trataba de escribir la continuación de una historia, una novela para ser más exactos, uno de mis sueños.

Me frustraba no saber como continuarla, en ocasiones veía por la ventana del autobús, esperando a que la imaginación llegara a mi mente, eso suele ser útil en ocasiones, sobre todo cuando la luna y las estrellas te persiguen en la carretera. En este caso no me ayudaba mucho. La película que el conductor había decidido pasar era muy buena y me distraía constantemente.

Además para mi mala suerte mi mente solo rondaba una y otra vez por un solo nombre: Emiliano. La piel se me enchinó de tan solo recordarlo, y mi pecho se estremeció.

Tal vez es muy pronto para comenzar a hablar de él pero en fin, es lo que ronda mi cabeza más que mi novela... por ahora.

¿Quién es Emiliano? Bien, pues es fácil describirlo en una sola palabra: Amor Platónico, si, lo sé, algo absurdo para los 20 años, pero si lo pienso bien es agradable.

Llega un punto en donde te das cuenta que los cuentos de hadas ya no pueden ser una ilusión certera en este mundo, así que tener un amor platónico lo mantiene en el mío.

Mi problema es que, precisamente dejé de creer en los cuentos de hadas y el mundo color de rosa lo cambie por cafés mate, negros, blancos, y grises.

En fin, para no hacer el cuento largo: mi primera decepción amorosa la pasé a mis 18 años, seguramente muchas personas están familiarizadas con eso, tres largos años que terminaron en una mentira, pero como dije no daré ese choro, solo les diré que dejé de creer, y por más que lo he intentado no he podido volver a hacerlo o al menos eso creía.

Cada que algún tipo se interesa en mi no puedo evitar creer que qué miente en todo lo que dice.... Y hasta ahora no me he equivocado.

En fin volviendo a mi amor platónico... después de mi decepción amorosa pasaron los años y mi idea de "más vale sola que mal acompañada" se escuchaba mejor, y comencé a pensar que tal vez no nació ese alguien que es "mi otra mitad", o tal vez "el hilo rojo del destino" en mi caso si se rompió, bla bla bla. Así que en mi plan de vida no encajaba una pareja, si lo admito quiero hijos, pero vamos en estos tiempos lo que menos faltan son métodos y ciencia así que eso no sería un problema.

Así comencé a controlar mi vida alrededor de mi misma, para no volver a ser lastimada formando un muro que ni yo pudiera derrumbar, o eso creía. Lo único que tenia claro era que la soledad no era un problema para mi.

Hasta que comencé a tener miedo, miedo de sentirme vacía, a no poder sentir lo que una vez fue lo más hermoso que tuve, el amor, porque, si hay algo de lo que estoy segura es que amé, y ame con toda mi alma y pasión que tenía, el entregarme por completo a esa persona y es algo de lo que nunca me arrepentiré, nunca... bueno, a veces si.

El día que vi a Emiliano me fue indiferente su existencia como a cualquier persona, fue en la cafetería de la universidad y todo comenzó por que la loca de mi amiga no puede durar ni un minuto alejada de la sociedad, lo cual a mi no me desagrada.

-Emiliano, Alex. Alex, Emiliano- nos presentó.
"que onda"
"hola, mucho gusto."
Eso fue lo único que paso en nuestra introducción, no se en que momento se fue metiendo en mi corazón, ese día solo reímos hasta cansarnos ya que mi amiga Samantha tiene una risa en extremo peculiar jamás en mi vida imagine que existiera un hombre que contara con una risa similar juntos parecían una orquesta incompleta y mal afinada, algo de verdad digno de volver a repetir si quiero atacarme de la risa hasta hacerme en los pantalones.

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