Desafortunado Hallazgo

45 3 6
                                    

-¡Allá va! -corrí a lo ancho de la cancha para alcanzar al pelota antes de que rebotara. "pack", logré responderla.

Creo que cada vez iba mejorando en este deporte. La pelota cruzo lo largo de la cancha, pasándose sobre el límite del hotel...

Bueno... tal vez no era tan buena. Y lo peor era que era la tercer bola que volaba... de tres.
Ahora si estaba endeudada con el hotel.

-No pensarás en pagarlas...

-Claro que no Ar, seré de las fugitivas más buscadas de la cadena Pacific Gold por unas cuantas monedas.

-Oye...-esa cara en Aleth en verdad me asustaba, siempre que la hacia era porque estaba maquinando algo en su gran cabezota y eso siempre nos traía problemas.-¿y si vamos por ellas?

-¡¿Hablas en serio?! -no es que la barda estuviera muy alta, eran a lo cuatro dos metros. Al otro lado se encontraba un edificio de departamentos de lujo, las canchas concordaban con el estacionamiento donde se encontraban desde Mazda hasta BMW y otros autos lujosos, y sin mencionar con que entre la malla había palmas tropicales con una que otra iguana gigante merodeando entre un límite y otro.

Yo era pésima trepando, en cambio Arleth siempre ha sido buena en ello, desde árboles hasta paredes.

-Estas loca, si te pescan podemos tener muchos problemas.

-No seas tan pesimista, no tienen descubrirnos, así que mejor abre los ojos por si viene algún vigilante.

A penas y dejó de hablar, de un brinco ya estaba a la mitad de la cerca y cuando me di cuenta ya estaba del otro lado corriendo de un lado a otro buscando las pelotas.

Tomó una por debajo de una camioneta Volvo bellísima y corrió hasta el otro extremo del estacionamiento donde se encontraba otra sobre una jardinera... corrió hacia mi para lanzarla también. El problema era que no encontraba la tercera...

-Ar, creo que dos son suficientes ahora vuelva aquí

-Claro que no, vine por todas y me la llevaré todas. -era tan testaruda que no podría jamás convencerla de que regresara al instante.

-¡Genial la encontré!-corrí a recoger las que había aventado, algo me decía que saldríamos corriendo de ese lugar...

-¡EY! No te muevas de ahí...-ambas nos sobresaltamos. El hombre gordo con uniforme, de la cabina de vigilancia en un intento de correr le gritaba advertencias a Arleth.

-¡Mierda!-soltó Arleth

-Vuelve ahora-le grite al ver que ella se paralizaba.

Ar corrió como nunca en su vida cruzando el estacionamiento con la tercera pelota en la mano.

En su intento por escapar se lanzó sobre el cofre de uno de los bellos y brillantes coches y de ahí a la capota para solo dar un ultimo saltó y cruzar la barda... pero lo que ella jamás notó fue que justo en donde había decidido saltar estaba una iguana gigante... eso la descontroló causando que su pie rozara al animal y ambos cayeran sobre el concreto.

¡Maravilloso, ahora éramos unas asesinas de iguanas!

El vigilante casi asfixiándose seguía gritando que nos detuviéramos, pero obvio eso era lo último que haríamos.

-¡Que diablos esperas Alex! ¡Muévete!

Arleth se levantó como alma que lleva el diablo del suelo y salió corriendo antes de que le vieran la cara, por mi parte, mi consciencia no me permitió dejar al pobre animal en el suelo.

AcertadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora