10

21.4K 2.3K 497
                                    

Harry se quedó en Hogwarts para navidad, sin tener el valor suficiente para enfrentarse a la realidad.

El último año lo había pasado como en una burbuja, sin estar plenamente consciente de las pérdidas y ganancias de la guerra. Había suprimido todos los recuerdos dolorosos, e ir a la madriguera no iba a hacer más que recordarle el pasado.

Ron y Hermione, en cambio, armaron sus maletas y se despidieron con un beso en el mejilla y un apretón de manos antes de marcharse hacia la, ahora incompleta, casa de los Weasley.

Harry se prohibió llorar por algo tan estúpido como pasar una banal festividad solo, pero luego de tantos años en la sudorosa y activa casa de los Weasley, riendo como loco y tomando chocolate como si fuera su última comida, el estar solo le dejaba un sabor amargo en la boca.

 Aunque se sintió a gusto con los corredores vacíos, las noches silenciosas.

En el primer desayuno, luego de que prácticamente se evacuara Hogwarts, se encontró con el comedor desierto, y la presencia de 6 alumnos solitarios y unos cuantos profesores adormilados.

Draco Malfoy entre ellos. Con la mirada perdida y las manos temblorosas sosteniendo una carta, a Harry le recordó a un niño perdido en el supermercado, aterrorizado por el no ser encontrado por su madre.

Aunque la parte racional de su cerebro le gritaba el que acercarse a él en ese estado era suicido, y que no se debía olvidar que eran enemigo a muerte, y que la última vez que le había dirigido la palabra le había roto la nariz, el la acallo y se dirigió caminando firme hacia él, hasta posicionarse al frente suyo.

El chico no le presto atención; parecía como si ni siquiera lo viera, aunque se encontraba al frente de sus ojos y a una distancia de 2 metros, lo que lo convertía en el único objeto en su campo de visión.

De más cerca, y perdiendo de a poco el miedo de ser cruciado, Harry se dio cuenta de detalles en los que antes no había reparado.

Draco tenía marcadas ojeras alrededor de sus ojos que delataban el continuo insomnio, la piel alarmantemente pálida, casi transparente (a el azabache le parecía que si se concentraba podía mirar a través de él) el pelo y la túnica desarreglados, como si no se hubiese gastado un minuto en mirarse en el espejo (Harry tenía que admitir a regañadientes que el muy maldito podía hacer lucir elegante hasta una bolsa de basura, el Draco de antes y el de ahora) y más delgado que nunca (como si estuviera a un soplido de desaparecer). Internamente Harry se preocupó. El estado del rubio no era para nada bueno.

-Malfoy... pues... ¿me puedo sentar no? es que ... ¿no hay lugar?- patético. Solo estaban ellos y cinco chicos mas, algo que sobraban era espacios para sentarse. El chico no parecía darse cuenta de la idiotez de su pregunta, demasiado concentrado en lo que sea como para prestarle atención. Sintió que sobraba, pero junto toda su fuerza de voluntad para no salir huyendo.

Tomo el silencio de Malfoy como un si, y un poco mas relajado se sento al frente suyo.

Al observarlo (esa mala costumbre que tenia) tambien noto el leve sonrojo en las mejillas y los ojos rebosantes de lagrimas conteniendose a duras penas sin caer, aunque a parte de eso su rostro se encontraba completamente relajado, como si no ocurriera nada. Harry sintió curiosidad mas no pregunto, pues sabía que preguntarle seria inútil.

-Come Malfoy, estas esquelético- comento ausentemente luego de unos minutos, después sonrojándose violentamente agrego- digo... sugiero, ¡no es que...! lo que pasa... lo que- Draco empezó a mordisquear un tostada y de a poco se bajó un vaso de sumo de calabaza, todo sin quitar su vista de la eterna nada. Harry se sorprendió pero no comento nada, todavía demasiado avergonzado de lo anterior como para comentar otra cosa.

Cuando termino el desayuno (que había pasado en un casi absoluto silencio) Harry se paró listo para irse.

-pues... me voy...emmm... ¿nos vemos?...- no sabía qué hacer ni que decir ¡y es que el rubio se veía tan triste! se sentía culpable de solo pensar en dejarlo solo- o si quieres... digo, ¿no es... me podrías acompañar?... acompáñame...- hace mucho que Draco ya no le daba miedo y le impresionaba el que ahora pudiera sugerir eso como si fuera posible. el Draco de antes lo habria insultado y se hubiese reido de su estupida cara y su estupida pregunta y su estupida idea que el gran Draco Malfoy lo acompañara a el.

El Draco de ahora se paro y camino hasta su lado, para luego agarrale la manga de la túnica suavemente con los dedos.

Casi suelta un grito y estuvo varios minutos hasta darse cuenta de que Malfoy no estaba haciéndose el tonto o burlándose de el.

El chico simplemente había hecho lo que le había pedido y luego se había ensimismado en si mismo como había hecho toda la mañana.

con una sonrisilla en los labios y un Draco Malfoy a cuesta Harry se dirigió a la biblioteca.



Cariño, no valgo la pena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora