3. TODOS TENEMOS SECRETOS

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- ¿Aglioni? - dice Olivia, con extrañeza.

- Si, ¿por qué?

- Qué curioso. Mi esposo y yo estábamos anoche en un restaurante italiano y él pudo identificar a una mujer como Antonia Aglioni.

- Ah, sí. Es mi abuela - dice la jovencita -. ¿Estaba sola?

- No, estaba con una mujer entre los... - hace una pausa y pone cara de pensativa-...veinte o veinticinco. El color del cabello de la muchacha es similar al mío, rubio oscuro. Parecía profesional.

- Seguro era mi prima Elena. Es abogada.

Olivia se da cuenta que no sabe cómo continuar con la conversación, así que decide cambiar el tema:

- Y bien... Ayer viniste y te fuiste sin decir una sola palabra.

- Es que... - explica la joven - Me sentí ridícula viniendo a un psicólogo, así que por eso me fui. He regresado porque tengo la urgente necesidad de hablar con alguien.

- ¿Estás teniendo algún problema, jovencita?

Franka, con la mirada perdida, dice fríamente:

- Más de uno.

- ¿Quieres hablar de eso? - responde la esposa del detective.

La muchacha traga saliva y se restriega las manos. Es algo difícil de hablar.

- Me siento triste, derrumbada, tengo sentimientos continuos de desesperanza, de abandono. Pienso continuamente en suicidarme y lo he intentado un par de veces, sin éxito. Además, siento que mi familia es un caos. Mis padres son el peor matrimonio de la historia.

- ¿Por qué crees eso?

- Es que... existe cierto problema entre ellos...

- ¿Qué ha pasado?

Franka fija la vista en los ojos de Olivia, pero se queda en silencio.

- Muchacha, no puedo ayudarte si no me dices que pasa contigo. Recuerda que mi deber es resguardar la confidencialidad psicólogo-paciente. ¿Pasó algo grave?

- Me frustra que ella no haga nada al respecto. - dice la jovencita, desplomándose en llanto.

- Franka, ¿de qué estás hablando? - dice confundida la psicóloga.

Solo se puede escuchar el llanto de la joven en la habitación. Franka no puede articular palabra alguna.

- Mira... - dice Olivia, sujetando las manos de la muchacha - Mi esposo es el detective James Bishop. Quizás él pueda ayudarte...

- No, lo que necesito es que mi mamá haga algo. Un detective no puede ayudarme con esto. - finalmente argumenta Franka.

- Por supuesto que puede hacerlo.

Abruptamente, Franka detiene su llanto. Como si recordase algo de repente, la joven comienza a excavar incesantemente en su mochila, hasta que, una vez habiendo encontrado lo que buscaba, dice:

- Ayer encontré esto en mi bolso.

Era un paquete marrón con una sustancia extraña en su interior. Olivia desenvuelve poco a poco el "regalo" y descubre finalmente lo que se esconde dentro de él.

- Esto es cocaína, Franka. - argumenta la psicóloga, seria, luego de olfatear la droga.

- Lo sé, doctora.

SANGRE Y ABISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora