24. LA FORTALEZA EN NUESTROS CORAZONES

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El detective Bishop despertaba al recibir una llamada en su teléfono. Le tomó gran esfuerzo abrir los ojos puesto a que se había desvelado uniendo todas las pistas que conducían al paradero de Walter Goldman; uno de los asesinos de la familia Aglioni.

Bishop pudo leer en la pantalla del aparato que aquella llamada provenía del doctor Travis Calders; el amigo de Olivia, quien la había estado atendiendo desde su brutal ataque.

Antes de iniciar la conversación, el detective observa la hora en el reloj de madera que se posa sobre su mesa de noche. Apenas eran las seis de la mañana.

– ¿Qué ha ocurrido, Travis? – preguntaba el hombre, somnoliento.

– James, ocurrió algo con Olivia – respondía el doctor, con gravedad en su voz.

El semblante del detective se ensombreció radicalmente.

– ¿Qué pasó? – dijo.

– Vine a revisar su estado de salud, como todos los días, pero encontré sangre emanando a borbotones de su entrepierna.

– ¿Qué significa eso, Travis?

Bishop pudo escuchar el fuerte suspiro que tomó el doctor antes de arrojar la siguiente sentencia:

– Olivia... ella... ha perdido al bebé que esperaba... – alcanzó a decir Calders, con su voz entrecortada.

El detective le propinó un fuerte puñetazo a la mesita que estaba a su lado, generándole una abolladura imposible de remover.

– Voy para allá – decía pocos segundos después, luego de llenar de aire a sus pulmones.

Bishop se levantó de la cama de un tirón y se arregló en poco tiempo, partiendo a toda velocidad hacia la clínica en la que estaba su esposa.

Llegó en poco menos de diez minutos. Fácilmente se podían notar las ojeras que se reflejaban en su rostro; no podía recordar la última vez que descansó plácidamente.

El doctor Calders lo acompañó hasta la habitación de Olivia. En la trayectoria le explicaba que, efectivamente, aquel había sido un aborto espontáneo, producto de ciertas anomalías cromosómicas en el óvulo fecundado.

Algunos minutos después, el camino de ambos hombres se detuvo; habían llegado al dormitorio en el que yacía la psicóloga. El doctor decidió no ingresar, confiriéndoles cierta privacidad a los esposos.

Bishop entró sigilosamente a la habitación y su corazón se afligió aún más. Se acercó a Olivia, quien estaba sedada, y le sujetó ambas manos.

– Eres la mujer más fuerte que he conocido jamás – susurraba el hombre, con llanto en su voz –. Tú y yo superaremos todos los obstáculos juntos. Éste es nuestro destino.

La mujer se aferraba con todas sus energías al último hilo de conciencia que le quedaba. Escuchaba a lo lejos las palabras de su gran amor.

El corazón de Olivia no era tan optimista como el de James. Ella tenía la certeza de que el destino no jugaba limpio; algunas veces era traicionero, otras veces era egoísta, pero siempre era cruel.

Dicen que todos seremos juzgados por la fortaleza de nuestros corazones. Pero ¿cómo puedes ser fuerte cuando todo el universo conspira en tu contra? ¿cómo sigues luchando cuando el destino te arrebata tanto en tan poco tiempo?

Pronto, la mujer sintió los cálidos labios de su esposo posándose sobre los suyos. Bishop se despedía de ella y abandonaba la habitación.

El hombre se marchaba de la clínica e ingresaba a su vehículo. Su propósito era dirigirse hacia la comisaría en la cual desempeña sus funciones.

SANGRE Y ABISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora