19. ABANDONA TODA ESPERANZA

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Bishop tragaba saliva. Permaneció en silencio algunos segundos.

Recordaba las magulladuras en las manos de Walter Goldman.

Él debía que ser aquel hombre que golpeó a Olivia... tenía que serlo...

El detective resolvió ir a la mansión Aglioni a primeras horas del siguiente día e interpelarlo.

James y su esposa pasarían el resto de la noche discutiendo teorías y atando cabos.



Anthony era despertado por unos golpes frenéticos en la puerta de su habitación. Las lágrimas secas en su pálido rostro reflejaban la nostalgia de su espíritu.

Observaba la hora en su teléfono: 08:24 a.m.

Buscaba una camisa holgada para cubrir su torso y atendió al llamado.

Anna Katz, su novia, era quien aparecía en la puerta. A simple vista, se podía notar que el muchacho no tenía mucho interés en conversar con ella

– Hola, mi amor – decía la joven, dulcemente.

– Pensé que había sido claro cuando te dije que no quería saber nada más de ti – contestó el joven, tajante.

– Yo quiero que continuemos nuestra relación. No arrojes a la basura esos cuatro años que estuvimos juntos...

Antes de ser capaz de decir algo, Anthony podía sentir los pasos de alguien que se acercaba.

Era Elena, quien se dirigía a su trabajo. No se permitía llorar un segundo más el asesinato de Vivian, su madre adoptiva. La abogada buscaba las llaves de su vehículo en su cartera, por lo que no pudo ver a los novios.

El muchacho le permitió a Anna entrar a su dormitorio con el fin de evadir a su prima.

– ¿Qué decías? – preguntó él.

– Que no tienes que terminar con lo nuestro – contestó la joven –. Tú y yo hemos superado muchas cosas en nuestro noviazgo. Podemos superar esto...

– ¿Cómo esperas que supere el hecho de que es posible que me hayas contagiado de VIH?

La estudiante de medicina lo miraba a los ojos con desconsuelo.

– No lo hice de forma intencional – contestó –. Jamás haría algo que te lastimase.

– Pues ya me has lastimado.

Los ojos de la muchacha derrochaban un dolor imposible de mesurar.

– Me moriría sin ti, Anthony – dijo, con tristeza.

– Estoy seguro de que sobrevivirás – le respondió el joven.

– Por favor, mi amor...

– Anna... – le decía el muchacho, con seriedad –. No quiero volver a ser tu novio.

Ella sabía que él estaba convencido.

Se sentó en la esquina de la cama para superar el impacto que le habían generado aquellas palabras.

– Hay alguien más, ¿verdad? – preguntó ella, con aparente sosiego.

– ¿De qué hablas? – decía el joven.

– Sé que te gusta alguien más.

Anthony tomaba una bocanada de aire. Sintió una gélida sensación en su pecho.

SANGRE Y ABISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora