12. LIBRES PARA SER TÚ Y YO

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Las agujas del fino reloj que adorna la muñeca de Victoria de Aglioni marcan exactamente las 16:00 horas.

En la mañana del mismo día, la mujer invirtió una hora en aplicarse un complejo maquillaje para ocultar la purpúrea secuela que quedó marcada en su rostro luego de la intensa bofetada que su esposo Kevin le dio ayer. De igual forma, usa unos enormes lentes de sol para cerciorarse de esconder bien la marca.

Victoria ha estado ocupándose, desde tempranas horas, de arreglar los últimos detalles en referencia a las ceremonias fúnebres de Franka, Antonia y la empleada de servicios.

Finalmente, habiendo terminado las actividades, estaciona su hermoso convertible frente a la mansión Aglioni y se dispone a entrar. Al pasar frente a la habitación de Elena, la esposa de Kevin recuerda que aún faltan por finiquitar algunos aspectos legales, por lo que decide consultarlos con la inexperta abogada.

Hoy era un típico sábado para Elena Bass. La joven suele pasar los fines de semana encerrada en su dormitorio, en pijamas, devorando libros de leyes.

Este día, sin embargo, se ha ocupado de atar cabos sueltos con respecto al asesinato de Lana Bloom, por lo que toda su cama está llena de artículos de periódico y fotos de la occisa.

La hija de Vivian ha sido, después del ataque sexual de Milo, una persona aislada, sin amigos, sin pareja, siempre enfocada en su formación profesional.

Ahora ha decidido darle un vuelco a su solitaria vida...

Toma su cartera y saca tanto su teléfono, como la tarjeta de presentación de Connor; el enigmático hombre que le habló ayer en el cementerio.

La cautivadora sonrisa de Connor se quedó tatuada para siempre en el alma de Elena. Simplemente había algo inexplicable en él que la atraía como un imán.

La abogada decide escribirle un mensaje de texto:

- Hola, soy Elena. La chica del cementerio.

Pero antes de presionar el botón "enviar", es sorprendida por los suaves golpes en la puerta que hace Victoria, pidiendo permiso para entrar.

Elena vuelve en sí y se da cuenta de lo ridículo de la situación, así que decide cancelar el mensaje y se levanta para permitirle la entrada a la esposa de Kevin.

Al Victoria poner un pie dentro del dormitorio, Elena dice:

- Tía, ¿por qué tienes puestos esos lentes?

- No es nada, sobrina. Es que...

- Tío Kevin te golpeó, ¿verdad? - decía la abogada, tomando desprevenida a su tía y haciendo una maniobra para quitarle las gafas, revelando el puñetazo.

La esposa de Kevin pone una excusa.

- Me golpeé con la puerta del baño. Ya sabes que soy muy torpe...

Pero la abogada no pica el anzuelo.

- ¿Realmente piensas que puedes engañarme? - dice, lanzándole una mirada incrédula a su tía.

Victoria opta por resignarse al hecho.

- ¿Cómo lo sabías? - dice, sabiéndose descubierta.

- Tengo oídos. He podido escuchar la forma en la que discuten, pero no estaba segura hasta ahora, que acabas de confirmarlo -. ¿Quieres que te ayude a denunc...?

- No, no quiero que hagas nada - interrumpe Victoria -. Quizás ha sido mi culpa que me golpee; él me hizo una pregunta y yo le contesté descortésmente.

SANGRE Y ABISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora