25. ETERNO RETORNO

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El detective Bishop estacionaba su vehículo frente a la mansión Aglioni.

Elena llegaba al mismo tiempo que él; había pasado la noche junto a Connor. Al principio, la abogada solo buscaba la compañía del hombre para evitar que sus pensamientos se concentraran en todo lo que le había dicho Anders Ölbom en las pasadas horas.

Aún se negaba a creer las palabras de su jefe... eso era lo más fácil por hacer...

Aunque ella no acostumbraba a ingerir bebidas alcohólicas, aquella noche se permitió hacer la excepción. Con la gallardía que le había adjudicado un par de botellas de Veuve Clicquot, la mujer inició un encuentro sexual con su acompañante.

Connor logró apaciguar los demonios que vivían en el interior de Elena.

Ambos consiguieron explorar lo más profundo de sus seres.

Era la primera vez que ella tenía sexo después de aquel incidente con Milo hace muchos años.

A Bishop le llamaba la atención que Elena estuviera llegando a las nueve de la mañana al domicilio de la familia.

– Hola, detective – decía la mujer, mientras buscaba las llaves en su cartera para abrir la puerta de la mansión –. Asumo que está aquí porque ha encontrado alguna nueva pista en referencia al asesino.

– Asume correctamente, abogada – respondía Bishop, afirmando con la cabeza –. Ha ocurrido algo grave y he venido a notificárselo a la familia.

– No me asuste – contestaba Elena, apresurándose para encontrar las llaves pero los nervios entorpecían sus esfuerzos.

Finalmente encontró el manojo de llaves y abrió la puerta. Subió las escaleras y vociferaba la llegada del detective. Todos los miembros de la familia descendieron casi inmediatamente, a excepción de Sarah, quien demoró un par de minutos.

Kevin y su esposa, junto a Elena, Sarah y Anthony, quien estaba acompañado por Jeremy, miraban al detective con suspenso, curiosos por conocer más acerca del propósito de su visita.

– Es difícil para mí tener que dar esta lúgubre noticia, pero hemos encontrado el cadáver de Walter Goldman en el río Grandcliff – decía Bishop.

Varios gritos ahogados llenaban el lugar. Se podía leer la conmoción en el rostro de los presentes.

Anthony consolaba a Sarah, su madre, quien era la más afectada, como era lógico. Ambos eran dueños de las miradas de todos.

– ¿El río Grandcliff? – decía Elena pocos segundos después, sorprendida.

Bishop asintió.

– No puede ser casualidad – respondía la abogada.

– ¿El qué? – le preguntaba el detective.

– Mi jefe me asignó un caso de homicidio que ocurrió hace dos décadas...

El hombre estaba al tanto de ello. Elena lo había dicho la noche en la que los esposos Bishop compartían una cena con la difunta Antonia Aglioni y el resto de su familia.

– El cadáver fue encontrado en el río Grandcliff – continuaba la abogada.

– ¿Cuál era su nombre? – preguntaba el detective.

Lana – contestó –. Lana Bloom.

Kevin y Sarah habían olvidado completamente el sonido de aquel nombre, que era impronunciable para los Aglioni. Los ojos de los hermanos se encontraron inmediatamente. Bishop se daba cuenta de ello.

SANGRE Y ABISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora