c u a t r o

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Ambos chicos entraron con cautela a aquel impactante sitio.

Instantes antes, Tony había forzado la cerradura de la puerta, adentrándose así a la casa.

Tenía paredes de madera, al igual que el suelo. Y con cada paso que daban, se notaba más crocante. Con pasos sigilosos, llegaron al segundo piso. Mike se quedó en la orilla de las escaleras, cubriendo a Tony, mientras éste forcejeaba la puerta de una de las habitaciones, donde se encontraba lo que necesitaban.

Días antes habían estado espiando la casa para poder deducir dónde se encontraba cada cosa. Obtuvieron los horarios de los habitantes que vivían allí, sus nombres. Todo. Sin necesidad de algo más que la vista y escuchar lo que hablaban.

Eran personas de la mafia, viviendo en un bosque casi deshabitado. Ocultaban cosas tras las paredes. Y su camuflaje era en esa choza que parecía inofensiva, pero una vez estando dentro, se sentía todo el olor de los problemas. A Mike no le preocupaba, pero a Tony le aterraba.

Cuando Tony logró abrir la puerta, entró de inmediato, buscando el portátil que escondían debajo de la cama. Lo tomó y lo abrió, poniendo contraseñas, modificando los sistemas, la configuración y todo lo necesario.

Mientras, Mike esperaba en las escaleras, atento a todo y armado. Llevaba su pistola a la mano. En realidad Mike estaba listo para disparar. Estaba ansioso por disparar y oír alguna bala. Y quería oírla ya. Tony no quería ni siquiera imaginarse el sonido, por eso se apresuró y tomó fotos con su celular a la información que necesitaban. Cuando todo lo tuvo listo, tomó el portátil y lo metió a su mochila, para no dejar rastros. Pero en cuanto se levantó de la cama, el sonido de un coche se escuchó. Tony se asomó por la ventana y observó que los habitantes ya habían llegado.

El horario que tenían de ellos se estropeó, pues llegaron más temprano.

De inmediato, Tony se acercó a Mike, saliendo de la habitación y lo alarmó.

—¡Tenemos que irnos ya...! —susurró Tony, asustadizo.

—¿Qué pasa? —preguntó Mike.

Y a Tony no le dio tiempo de responder, pues la puerta amenazaba con abrirse en cualquier momento. La perilla giró y Tony tiró a Mike de la mano, yendo hacia las escaleras y se metieron al armario del baño.

—Joder, Tony... —susurró Mike y Tony le pidió con la mirada que guardase silencio.

El corazón de ambos estaba tan agitado y Mike había preparado ya su arma, listo para disparar, pero Tony le seguía rogando que no. Las respiraciones eran inaudibles, pero el menor quería gritar.

Los pasos no resonaban por las escaleras, mucho menos cerca del baño. Tony se la pensó algunos segundos, tratando de analizar por dónde escapar. Quería seguir vivo. Lo quería. Pero a Mike le importaba un carajo si una bala le atravesaba el alma. Lo que fuera.

Estaban tan apretados allí dentro, Tony sentía el torso de Mike contra el suyo, y le hubiera encantado darse cuenta, pero estaba demasiado ocupado intentando no morir. Ambos miraban entre los espacios del armario, tratando de ver alguna señal. Afortunadamente, no había nadie. Y de pronto, Mike volteó a mirar a Tony, quien enseguida sintió su mirada y se la sostuvo.

—Mike, si morimos...

—No vas a morir —replicó Mike, de inmediato.

Tony lo miró e hizo una mueca, pero Mike con su mano libre acarició la de Tony y sólo así pudo calmarlo. Aunque su tranquilidad no duró mucho, pues de inmediato se oyeron golpes, haciendo que ambos se sobresaltaran.

—¡Demonios, Carl, nos robaron! —gritó uno de los habitantes y Tony comenzó a respirar con dificultad.

—Y seguramente ya escaparon —respondió el otro, desesperado.

—Tenemos que ir a buscarlos, ¡ya! Están en donde Trash está.

Trash era el tipo al que Mike le debía dinero. Y la paga era conseguir esa información valiosa.

Tony y Mike esperaron dentro algunos largos segundos, hasta que oyeron el motor del coche y el primero en salir del armario fue Mike, obviamente con la pistola apuntando hacia enfrente. Miró hacia todos lados y le silbó a Tony para que saliera. Tony salió y sostuvo su arma, cuidándole la espalda a Mike. Sin pensarlo dos veces, bajaron de inmediato las escaleras, saliendo de la casa.

—No podemos entregarle esto a Crash. No hoy. Aquellos hombres seguramente están con él justo ahora y si nos atrapan en la movida, estamos muertos —dijo Mike. 


Bring Us Danger.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora