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Fue un arduo, trabajoso y agotador esfuerzo el de limpiar las manchas de sangre y pagar a Peter para que se deshiciera del cuerpo. Realmente, a Tony no le iba nada de esto, pues si Peter llegaba a tener problemas, les iba a delatar. Él nunca olvidaba dónde se deshacía de un cuerpo.

Al terminar, como primerizos (al menos Tony), quemaron ambos todo en un sitio preferido para ello. Salieron de aquel punto adentrado al lío, puesto que varias personas, mafiosos y no mafiosos, quemaban sus desechos y pruebas en el mismo punto.

En el coche, Tony no dejó de producir un tamborilero con sus dedos en el tablero. Estaba nervioso. Iba a sentir realmente toda la culpa, pero Mike le había dicho que este mundo constaba de sobrevivir para sobrevivir, y si lograbas sobrevivir a sobrevivir, podrías vivir. Le fue confuso, pero tras haber hecho lo cometido, lo entendió perfecta y claramente.

Mientras el menor casi deshacía sus dedos en el tablero, Mike iba tranquilo. Con una serie de asesinatos anteriores, esto no resultaba nuevo para él. No le gustaría perder a su único compañero, pero de cualquier forma sabía que Tony podía defenderse por su cuenta. Sólo no sabía qué era lo que lo motivaba.

—Tony... —le habló Mike mientras aún iban camino a casa—. Muchas veces te has visto bajo la situación donde tu vida pende de un hilo —Tony prestó suma atención, y Mike continuó—. Y nunca decidiste actuar. Esta vez, ¿qué demonios fue lo que te hizo hacerlo?

Tony tenía bastante incertidumbre para brindar una respuesta a aquella pregunta. Era como si se hubiera programado en un segundo pequeñísimo. Dejó ese molesto y nervioso tamborileo, y le dedicó la vista al mayor, todavía pensando en qué respuesta obsequiar.

Cuando intentó hablarlo, ya habían llegado a su nueva y reducida casa. Sin muebles, tan lóbrega como su vida. Sus ojeras estaban tan remarcadas, que parecía que sus ojos estaban sumiéndose. Pero aún así, la compañía de Mike lo restauraba totalmente.

El menor la miró con un aire de decepción, pero a la vez tanto color. Sabía que las cosas podrían cambiarse y no era tarde para eso. Había cometido cosas terribles, pero el hombre que era su leal compañía también lo había hecho y no había juicio entre ambos acerca de esos actos. Él lo sabía. Lo entendía. Por eso sabía que su vida... O más bien, sus vidas, porque él para lo que fuese, contaba a Mike como algo vital. Así que, sus vidas podían tener ese giro, ese devuelto a una buena vida. Él lo quería, lo ansiaba.

Mike lo sacó de sus fundamentos, hablándole, añadiendo el ruido que la puerta hizo al ser abierta por el mismo. Antes de bajarse y cerrar, miró a Tony y le dijo:

—Seguiré aguardando a tu explicación, así que piensa bien... Sé que es difícil.

—¿En serio lo sabes? —Cuestionó el más joven, abriendo su puerta para salir y topar con el otro al frente de la casa, tras dar un cerrón al coche.

Mike imitó aquello y vino cerca de Tony, asintiendo. Tony tan sólo se limitó a curvar su boca en un gesto que restaba importancia y fue a la puerta a incrustar la llave para abrir.

Vaya que fue una ingrata y horrorosa sorpresa la que se llevaron. Era desagradable como nadie pudiera haber imaginado. Habían varios cuerpos decapitados sobre los pocos muebles que tenían ambos chicos en su casa. Sobre la mesa, la barra, el sofá, la estufa. La sangre ni siquiera estaba seca todavía, chorreaba por las paredes, ventanas. Habían charcos oscuros y sanguinarios en el suelo, prueba de la gran masacre que había. Las personas llevaban ataduras con cinta americana en muñecas y tobillos. Esto era algo que involucraba inocentes, y eso no era justo. Sin entrar a detalle, era una cosa estruendosa.

Tony sintió náuseas. Las arcadas eran pesadas, así que salió de la casa y resistió las ganas de vomitar. Le causó estragos aquella escena tan explícita. Le dio rabia, resentimiento. No sabía que hacer. Mike le siguió, y en su mano llevaba una hoja blanca, seguramente con algo escrito.

—Es un mensaje de advertencia, solamente —mencionó el mayor—. No te alteres tanto, Perry... Esto es sólo un comienzo. Pero no pienso dejar que nos hagan algo, ¿entiendes? Ya mismo buscamos un motel o un hotel, lo que sea.

—Quiero volver a mi casa, con mi madre —requirió Tony, inquieto y agitado.

—¿Qué? Claro que no. No volveremos, no podemos. No es posible que volvamos a casa, estaríamos arriesgando a nuestra familia, Tony. Tenemos que desaparecer un rato.

—Tú no sabes nada de desaparecer, ¡maldita sea, Mike! Si esto ocurre es por tu maldita culpa. Me siento un asco... ¡Un puto asco!

—Cállate, imbécil. Sabes que odio hablarte así, pero estás diciendo estupideces... ¡Tú no fuiste quien los mató!

—¡¡Si tú no hubieras gastado de más en tus jodidas drogas, no tendríamos deuda con Crash, Trash, como se llame!! Tampoco tendríamos que haber entrado a robar a mafiosos, ¿entiendes? Ni que nos delaten, ni matar a alguien, y que por matar a ese alguien, maten a otra gente... ¡Esto es un infierno, Mike! ¡¿Cómo puedes vivir así?!

—Esto no es un infierno, oye. Esto es la realidad. Ya te lo dije, Tony... Es la ley natural de sobrevivencia y adaptación.

—Era gente inocente...

—Es una cadena alimenticia. Comes o eres comido. Si te quieres marchar, hazlo. Si quieres venir conmigo, también hazlo. Decide y defiende, Tony. Es todo lo que puedo decirte. Yo de aquí me marcho en veinte minutos. Tienes tiempo.

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⏰ Última actualización: Jul 26, 2016 ⏰

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