—Mike, mira —Tony habló, capturando de inmediato la atención del mayor.
—¿Qué pasa?
—Encontré este anillo —dijo, mostrándole al mayor el pequeño y opaco anillo.
Tony pensó que el anillo estaba opaco porque lo recogió de la tierra. Seguramente estaba aterrado. Pero Mike rio y tomó el anillo, mirándolo fijamente.
—Tony, este es un anillo de plástico sucio...
Mike arrojó el anillo de nuevo a la tierra y le dio el último trago a su cerveza, mirando directo a Tony.
—Tenemos que irnos ya —sugirió el mayor y Tony asintió y dejó su lata de cerveza sin terminar en el suelo.
Ambos comenzaron a caminar rumbo a casa, alejándose de aquel lugar donde solían ir desde hace tres años. Era un tanto escondido. La primera vez que Tony lo visitó, sintió que estaba perdido. Pero luego se adentró un poco y recordó los caminos.
Un día Mike le dijo que quería un sitio donde estuvieran sólo ellos dos. Mientras tanto, no tenían dinero y Tony propuso aquel pequeño lugar. A Mike le encantó desde la primera vez que estuvieron en él. Para él era como estar en casa.
Algunas veces, Tony llevaba consigo su guitarra y tocaba allí algunas canciones para Mike, quien tamboreaba los botes que se encontraba.
Cuando se enojaban y querían verse, iban a aquel lugar.
Era como un presentimiento.
Ambos sabían que se hallarían allí. Y en cuanto se miraban, se quedaban serios, a medida que se acercaban el uno al otro y chocaban sus puños, como reconciliación.
Cuando sus padres los echaban de sus casas, ellos se quedaban en aquel pequeño lugar. Dormían sobre un viejo colchón que estaba allí. O a veces quedaban para llevar mantas y pasar la noche allí.
A Tony le gustaba quedarse por las noches allí... En compañía de Mike.
Le encantaba dormir a solas con él allí. Aunque el colchón viejo era incómodo, ambos se acurrucaban muy bien, separados, pero bien. Porque Tony amanecía pegado al cuerpo de Mike. O Mike al cuerpo de Tony.
Pero ahora ya tenían una casa para ellos solos. No era la gran cosa, pero era bastante acogedora.
—Hogar... Simplemente hogar —dijo Mike en cuanto entraron a la casa.
Tony se quitó la gorra y la dejó sobre un perchero que su madre les había obsequiado. Mientras, Mike se dirigió a la pequeña cocina y tomó lo primero que encontró en el refrigerador, para comerlo. Tony observó a Mike por unos segundos, quien estaba de espaldas. Y en cuanto retiró su mirada de Mike, giró y se topó con una pistola apuntando a su cabeza.
—¿Qué tenemos aquí? Dos pequeños inexpertos...
Al oír aquella voz, Mike se giró de inmediato, dejando caer la comida que llevaba en las manos y tomó su arma de su bolsillo derecho. Aquello sorprendió a Tony, pues pensó que no la llevaba consigo, pero al ver que sí, flaqueó un poco y cerró sus ojos.
Era obvio que Trash los había delatado y le dijo a aquel hombre dónde vivían.
Trash estaba muerto. Mike se encargaría de matarlo con sus propias manos. Claro, si es que seguía vivo.
—Si intentas algo, tu amigo muere —dijo fríamente aquel hombre y Mike tragó saliva. Pero siguió apuntando al hombre con la pistola.
—Ahora responde: ¿De dónde demo...?
"Pum"
Antes de que el hombre terminara de hablar, Mike lo sintió ablandado y apretó el gatillo, dejando que la bala saliera y pegó justo en el hombro del hombre, haciéndolo caer y dándole tiempo a Tony de alejarse y mantenerse vivo. Corrió hasta Mike, quien lo resguardó tras sus espaldas. Y ambos se agacharon, escondiéndose detrás de la barra de la cocina.
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Bring Us Danger.
Fanfiction|Perrentes| Éramos como el Ying y el Yang. Tan unidos, pero tan diferentes.