Cap 30

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Tras un rato en el sofá, a pesar de toda la pereza que me da levantarme ahora, y lo cabreada que estoy con mi hermano por dejarme la cara como si acabara de llegar de boxeo, mi conciencia -y en el fondo también mis ganas de ver a Jesús, mi novio, no mi hermano- me obliga a ir a lavarme la cara, peinarme y maquillarme para ir a por los materiales con mi novio.

Me miro al espejo, un ojo morado y un arañazo en la mejilla contraria.

Trato de taparlo con maquillaje, pero no funciona del todo.

-Mamá, voy a comprar los materiales para clase -digo molesta, porque a pesar de todo lo que me ha pasado, el primer día de clase y caerme y abollarme la cara por culpa de las zapatillas de mi hermano, ella no me ha echo ni caso.

-Coje 30 euros de mi bolso -responde sin despegar la mirada del periódico.

-Vale -contesto dirigiéndome hacia donde ella me indicó.

Abro la puerta y...

-¡Oye! Hija, ¿No deberías ponerte unas gafas de sol o algo? La gente pensará que te has peleado con alguien.

¿Qué pasa? ¿Ahora si le interesa mi vida, o cómo va esto?

-¿Desde cuándo me ha importado a mi lo que la gente piense de mí? -pregunto, y cierro de un portazo.

Camino menos de dos minutos y me topo por fin con Jesús, que está esperándome en la puerta de su casa.

-¿Qué tal pequeña? -saluda mientras se acerca a darme un beso en la mejilla.

-Solo mira mi ojo derecho, ¿Cómo crees que estoy? -espeto.

-No se nota a penas, ¿Pero qué coño te ha pasado?

-Que mi hermano es gilipollas. -digo cruzando mis brazos.

-Buena respuesta, pero eso no lo explica. -reprocha.

-Da igual, vámonos antes de que vuelva a pegarle -el ríe y acepta.

Tras recorrer varias calles bajo el sol de Sevilla, entramos por fin en la primera librería.

Le cuestiono hacia dónde ir primero y el elige ir a por los bolígrafos.

-¡Hey! Jesús, mira este -le llamo desde varios pasos a su derecha con un rotulador dorado en la mano. El se acerca.

-¿Qué pa...-y antes de que pudiera acabar la pregunta le estoy pintando la cara. El trata de apartarse, pero el rotu es más rápido- ¡¿Qué haces?! -termina de decir el riéndose.

Yo no contesto, solo trato de respirar mientras me ahogo en carcajadas. Cierro los ojos un momento y... ¡Boom! Al abrirlos Jesús ya está a punto de pintarme con color rosa fosforescente. Trato de quitarme, pero es demasiado tarde.

Yo me defiendo con un rotulador azul oscuro, y el coge como nueva arma uno negro.

Peleamos con ellos, nos pintamos mutuamente y me hace cosquillas, su risa hace que me de más risa, y por eso nos resulta imposible parar de reír.

Pero la guerra no dura mucho más, porque enseguida llega un empleado de la tienda a echarnos.

-¡Esto es por tu culpa!-exclama él, riéndose.

-¡¿Mía?! Has sido tú el que has tirado la caja de los rotuladores -reclamo tratando de no reírme.

-¡Porque tenía que esquivarte para que no me pintaras! Y has sido TÚ la que has tirado las los sacapuntas -reprocha recalcando el "Tú"

-¡Porque me estabas haciéndome cosquillas! -y ya, exploto a reírme- Pero bueno, estoy dispuesta a perdonarte y a asumir la mitad de la culpa para que tu conciencia no cargue con todo -bromeo ya mas tranquila.

-¡Estás loca! -dice sonriendo y mordiéndose un labio.

OOOOU, que monos son, ¿no? Yo quiero un novio asi. No sé vosotras... Por cierto, le he cambiado el nombre a la protagonista, y ahora se llama Lola, Lol de apodo.

Besos,
Srt. Wonderland.

Los que se pelean se desean? (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora