Reencuentro

2.8K 513 17
                                    

No había dolido tanto como había esperado, no como me había atormentado toda la noche y buena parte de la mañana mientras me preparaba para hacer mi aparición

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No había dolido tanto como había esperado, no como me había atormentado toda la noche y buena parte de la mañana mientras me preparaba para hacer mi aparición. Ver a Myung Soo desde la perspectiva de Sung Jong no había sido tan doloroso como había pensado. No negaría que tampoco había sido la experiencia más feliz de mi vida, pero de traumática no tenía nada. Lo había visto después de todo. Y había visto su sonrisa ante lo que supuestamente Soo Min pensaba de él. Y eso lo hacía feliz.

Sonreí interiormente mientras caminaba rumbo al jardín de mamá, sabiendo muy bien porque me había enviado si era obvio que Hoya no necesitaba mi ayuda. No me quería cerca de Myung Soo. Y aunque doliera debía admitir que tenía razón. Él y yo... Él y Sung Jong jamás funcionaría. Él jamás estaría con un hombre.

Soo Min era perfecta para él, así que tenía que hacer que ella también lo entendiera. Era mi gemela y la conocía, me sentía capaz de hacerla amar a Myung Soo como él se merecía; y él era tan perfecto que mi hermana no podría quejarse. Así las dos personas que más amaba serían felices, ¿verdad? Claro que yo no, pero... eso no importaba. Amar sin ser correspondido era mi castigo por mentirle a Myung Soo. Y lo aceptaría con gusto si con ello conseguía verlo feliz.

En cuanto a Soo Min sabía que ella también lo sería. Por eso debía darme prisa en decírselo. No había podido verla aún. Esa mañana al ir a su habitación me topé con que la puerta estaba cerrada con llave. Por dentro. Y aunque llamé un par de veces ella no respondió. Y la entendía. Después de esas sesiones en el ático yo tampoco deseaba ver a nadie. Y no era sólo por el dolor físico o las marcas en la espalda, sino por la humillación. La terrible humillación de ser azotados como si fuésemos animales.

Divisé a Ho Won unos metros mas adelante, con una manguera sujeta en su mano derecha, mientras que con la izquierda manipulaba un teléfono celular. Ladeé la cabeza con curiosidad. No sabía que él tuviera uno de esos aparatos.

Levantó el rostro antes de que terminara de llegar a su lado, apareciendo una sonrisa canina en sus labios. Me di cuenta que también lo había echado de menos.

—Jongie, ¿cómo has estado?

—Voy pasando.

Respondí, riendo un poco mientras nos abrazabamos, él dejando caer la manguera a un lado.

—Me alegro, pequeño —pese a su sonrisa no dejé de notar su preocupación—. ¿Has visto a Minnie?

—Todavía no —negué—. ¿Cómo está?

—Ya la conoces. Soo Min es Soo Min —se encogió de hombros —estaba más que decidida a volver cuando le dije lo que el tío te había obligado a hacer.

—Lo imagino.

Suspiré, pensando en la forma en que Soo Min solía protegerme. Ella era mayor que yo por dos minutos, así que a veces se sentía como mi madre. Bueno, si mi madre fuese del tipo cariñoso y protector y no del tipo que sólo se preocupa por si misma.

GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora