Cuando la familia Lee está a punto de irse a la quiebra un matrimonio obligado entre su única hija, Soo Min; y el heredero de los Kim, Myung Soo, parece la única solución. Sin embargo unos días antes de la esperada unión la joven desaparece...
Pero...
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Volvimos a la casa, con nuestras manos entrelazadas, aún si Soo Min no parecía muy cómoda con la situación. Sin embargo no me importó mucho, no podía dejar de pensar en lo que habíamos hablado segundos atrás. Era cierto que ese tal Sung Yeol no me había agradado nada, que su cercanía y familiaridad con Soo Min eran molestas, pero también era cierto que su respuesta me había hecho feliz. Él no le gustaba, yo sí. Por supuesto que gustar no era lo mismo que amar, pero considerando que seguíamos siendo prácticamente desconocidos el uno con el otro, gustarle ya era un verdadero logro.
Llegamos al comedor, en donde para mi sorpresa el único ahí presente era Sung Kyu, quién jugueteaba con unas copas sobre la mesa. Se enderezó al vernos entrar.
—Soo Min, tengo que hablar contigo —dijo entonces, acercándose.
—Sí, claro.
Ella me miró y tuve que soltarla, aunque no quería. Pero era su hermano después de todo y el que Sung Yeol no estuviese a la vista era bueno. No lo quería cerca de ella de nuevo.
Vi a los dos hermanos abandonar el comedor por donde habíamos llegado y me dediqué entonces a jugar también con las copas. Sonriendo un poco. No era algo extraño después de todo. Y caí en cuenta de que mis amigos no estaban ahí.
Me enderece al igual que lo hiciera Sung Kyu segundos atrás cuando algunas chicas del servicio entraron, empujando un carrito con lo que parecían servilletas y cubiertos. Era evidente que aún no servían la cena. Algunas me miraron con curiosidad, sin disimular demasiado, pero una de ellas prácticamente las echó fuera al notar esto.
—Una disculpa, joven —murmuró, haciendo una leve inclinación.
Aunque a mí no me había molestado aquello. Estaba acostumbrado a ser observado de esa forma por las mujeres después de todo.
—No importa —respondí, quitándole importancia.
Se trataba de una mujer mayor, el ama de llaves posiblemente.
—Si me disculpa —e hizo ademán de retirarse, pero la hice detener.
—¿Sabrá dónde están mis amigos?
—Los amigos del joven han subido a instalarse en sus habitaciones. Les he avisado que la cena está lista.
—De acuerdo. Muchas gracias.
Y me giré de nuevo hacia las copas, las cuales a mi parecer daban más el ancho como un adorno costoso que otra cosa.
Pero la mujer no se retiró entonces, haciéndome sentir su mirada sobre mí. Me giré de nuevo, mirándola fijo, logrando que se ruborizara a medias.
—¿Ocurre algo?
—Usted... ¿de verdad va a casarse con la señorita Soo Min?