Tras unos quince minutos llegamos a la casa de Susana.
Bajé del coche y me sacudí la blusa para que no se me arrugara. Me peiné el pelo un poco con los dedos, y tocamos al timbre.
-Por favor, Claudia, compórtate bien hoy. Es muy importante para mi.-me rogó mi padre.
Yo solo me limité a asentir, sin hacer preguntas. A los pocos segundos, Susana abrió la puerta.
-Hola, ¡qué bien que habéis llegado ya! La comida ys está servida. Por cierto, ¡qué guapa estás Claudia!-nos saluda sonriente.
-Gracias, Susana. Tú también estás muy guapa.-le respondo con una sonrisa falsa, pero creíble.
Hizo un ademán, y mi padre y yo entramos dentro de la casa.
Algunas veces no entiendo como esta mujer tan agradable pudo tener a esa cosa andante y egocéntrica como hijo.
Llegamos al comedor y ahí estaba Mateo con su cara angelical, agh, ¡cómo lo odio! Y como siempre la suerte siempre está de mi parte, nótese la ironía, por favor, ¿por qué a mi? Me toca sentarme con el burro de Abraham.
La comida transcurre con normalidad, ni yo ni él nos miramos.-Susana la comida estaba muy buena.-le agradezco.
-Gracias.-me responde.
-Pelota...-murmuró este niñato.
-Las pelotas ruedan, yo no.-susurré en modo de respuesta.
-Poco te falta.-me responde y sonríe.
-Por lo menos yo tengo inteligencia y dignidad, no como otros.-le respondo y le sonrío falsamente.
Ante este comentario, él se calló.
-Susana...yo...quería pedirte algo.-comentó mi padre.- ¿Quieres salir conmigo?
Mi mandíbula cayó hasta el suelo. No puede ser. Espero que haya una pequeña posibilidad de que diga que no.
Heeey ponicornias! Siento haber tardado tanto en subir, he estado estos días muy liada, pero aquí tenéis el capítulo.
Besoteees.
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Hermanastro
RandomÉl, con el prototipo de chico malo. Ella, prototipo de chica buena. ¿Pero será verdad eso, de que los polos opuestos se atraen?