Capítulo 6

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Maratón 1/2.

-Cariño, sé que no te llevas muy bien con Abraham, pero me temo que vas a tener que dormir con él. Lo siento mucho, de verdad, pero es que no tengo más sitio.-se disculpó Susana.

-Qué va, no pasa nada, solo que hoy no es mi día.-comenté sarcásticamente.-Pero no te preocupes, no es tu culpa. La culpa no es de nadie, sino del destino. Que por cierto, si no lo habéis notado, me odia.-gruñí mientras subía las escaleras sin obtener respuesta.

Me dirijí a la que creía que era la habitación de Abraham, entré y resultaba que no había nadie.
Por una vez en la vida el mundo se había puesto de mi parte.

Deposité la pequeña maleta que me había traído a los pies de la gran cama de matrimonio.
Vaya pedazo de dormitorio que tenía el puto Abraham.

Saqué mi IPhone del bolsillo y comprobé la hora; las ocho y tres minutos de la tarde.
Bajé las escaleras hasta el salón, donde estaban Susana y mi padre.

-¿Me puedo duchar?-pregunté inocente.

-Claro.-me sonrió Susana.-Dúchate en el baño que está en la habitación de mi hijo. Las toallas las tienes en la estantería.

-De acuerdo, gracias.-respondí y subí rápidamente las escaleras.

Entré al baño y eché el pestillo, no sin antes coger la ropa interior y el pijama.
Me quité la ropa y abrí el grifo, saliendo así el agua helada.

-¡Mierda!-chillé saliendo bruscamente de la ducha, por lo que tiré algunos geles.-Joder.-susurré y lo empecé a recoger.

Creo que ni Susana ni mi padre se enteraron de tal estruendo. Menos mal.

Una vez comprobada la temperatura del agua, volví a entrar.
Ahora sí, las gotas calientes de la lluvia artificial recorrían cada parte de mi cuerpo, haciendo que me relajase completamente por esos pocos minutos.
Salí, cogí una toalla y me empecé a secar el cuerpo.
Seguidamente, me puse la ropa interior junto al pijama veraniego, ya que estábamos a finales de mayo y ya hacía bastante calor.
Colgué la toalla y me dispuse a salir del baño.
Cogí el móvil y bajé las escaleras, encontrándome con Abraham espatarrado en el sofá.
En fin.
Lo ignoré y pasé a la cocina, donde suponía que estaba mi padre, y acerté.

HermanastroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora