Subía las escaleras de dos en dos, mientras echaba humo. Hacía el intento de abrir la puerta, pero el cerrojo estaba echado. Empecé a aporrearla y a gritar el nombre de ese asqueroso ser.
-¡Abraham, abre la puta puerta!-chillé.
Tras cinco minutos aporreando la puerta sin parar, Abraham se cansó y terminó por abrirla.
-¿Qué cojones quier...-no le dejé terminar porque le di un empujón.
-Mira niñato, es el primer día que estoy aquí, ¿vale?-le vuelvo a empujar en el pecho.-Qué menos que tener un poco de educación, ¿no? ¡No sé quién mierdas eres para cogerme y llevarme hasta el sofá, que eres gilipollas!-acabé gritando haciendo gestos con las manos.
Abraham me cogió por las muñecas y me pegó bruscamente a la pared, muy cerca para mi gusto.
-Mira bonita.-me susurró al oído, causándome escalofríos.-No me importa lo que me digas. Esta es mi casa y haré lo que me salgas de las pelotas, ¿entiendes?-se separó un poco para mirarme fijamente, y tragué saliva.-Como si me apetece follarte, pues cojo y te follo.-dijo volviéndose a acercar a mi oído mientras yo abría los ojos como platos.
-Abraham, suéltame. Ya.-dije intentando soltarme de su agarre, pero fue en vano.
Empezó a besarme el cuello, a lo que yo lo incliné hacia el lado contrario para que tuviese mejor acceso.
Notaba como algo crecía y chocaba contra mi barriga.
Hostia.Pegó su cuerpo totalmente al mío, a lo que yo solté un gemido.
-Claudia, ¿qué estás haciendo? Es Abraham; es Abraham Mateo.
Escuché a mi conciencia y tenía razón. ¿Qué coño estaba haciendo? Aparté a Abraham bruscamente de mí, y salí de la habitación sin decir absolutamente nada y razonando qué acababa de pasar.
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Hermanastro
RandomÉl, con el prototipo de chico malo. Ella, prototipo de chica buena. ¿Pero será verdad eso, de que los polos opuestos se atraen?