2. Odio las despedidas

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En la clase me siento con Kevin, detrás de Luisa, otra de mis mejores amigas. Ella ya sabía la noticia pues se la había contado Kevin. Todo era tan incómodo...

Salimos al recreo y nos sentamos en un banco para tomar un aperitivo. Kevin, Luisa y yo. Bueno, yo... en realidad no tomo nada.

-Te echaremos de menos -Dijo Luisa intentando romper el hielo tan incómodo que nos inundaba la mente.

-Y yo a vosotros, muchísimo. -Se me escapó una lágrima y Kevin me dio la mano.

-No tienes que preocuparte por nada, todo va a salir bien.

A la salida del instituto, Kevin me acompañó a casa. Nos quedamos a unos metros de la puerta. Kevin me cogió las dos manos.

-Te echaré mucho de menos Nae. -Kevin empezó sollozar un poco. -Sabes que pase lo que pase, aunque os tengáis que ir, que tengáis que venir... Yo estaré aquí para todo lo que necesites.

-Gracias Kev -dije yo triste con la mirada baja.

-Sólo tienes que prometerme una cosa. Plantéate un renuevo de vida, es una oportunidad otro país, casa nueva, colegio nuevo, amigos nuevos... Por favor prométeme que vas a conseguir superar la anorexia.

-No es tan fácil...

-Nae, por favor, prométemelo. -Dicho esto Kevin se acercó a mí y me dio un bonito beso en los labios, después me abrazó fuertemente y me susurró al oído:

-Por favor, prométemelo. -Se separó de mi, y noté perfectamente cómo unas lágrimas le recorrían la cara.

-Adiós Kevin, te echaré de menos.

_No te olvides de llamarme ¿eh? -Intentó sacar una sonrisa, y alejándose me hizo un gesto con la mano de despedida.

*****

Entré a mi casa, y me la encontré, totalmente limpia y ordenada, las estanterías estaban vacías, cortinas quitadas... Subí a mi cuarto, pensaba que iba a estar igual de vacío que el salón, pero no, estaba igual. Menos mal. En ese momento como si mi madre me hubiese leído la mente, entra en mi habitación.

-Pensé que te gustaría a ti elegir las cosas que te ibas a llevar.

-Gracias mamá, ¿cuando nos vamos?

-Un taxi nos recoge en dos horas para llevarnos al aeropuerto, así que tienes que hacer ya tu equipaje.

-Vale, ahora empiezo -Intenté sonreír, pero me salió una sonrisa algo forzada, pero sabía que mi madre lo entendería, ella también tenía el ánimo bajo, sobretodo pensando que tiene que mudarse con una hija que tiene una enfermedad muy grave, que con este tipo de problemas empeora rápidamente. Pero de repente pienso en Kevin, en el cambio de vida, en la nueva vida. Tengo que alegrarme, a lo mejor ¡hasta encuentro novio!, aunque no creo, mi último novio, fue hace un año y la relación acabó fatal, se fue con la primera perra que paso por delante. Ningún tío es de fiar. Bueno Kevin si.

Empecé a hacer la maleta, todo me traía melancolía, toda la ropa, las pastillas de la anorexia, mis productos de belleza... De repente, en el fondo del armario, encontré una antigua camiseta de Kevin, de manga larga, recuerdo que se la dejó aquí un día que se quedo a dormir, y no se ha vuelto a acordar de esta. Me la acerqué a la nariz, olía a él. Esto me hizo llorar.

Me metí en la ducha, era lo último que quería hacer ya que me relajaría mucho. El agua caliente relajaba mis músculos tensos, claro, si llegaba a tener algo de músculo. Recordaba todos los momentos vividos aquí, en Madrid, e imaginaba como iban a ser los nuevos momentos en Australia.

*****

Salimos de casa con el taxi hasta el aeropuerto. Allí todo es muy extraño, entre los nervios, la gente, las maletas... Llegamos a unas entradas en las que te hacían unas preguntas muy raras. Yo las hice primero que mi madre, me empezaron a preguntar que dónde iba, de dónde venía, por qué iba... después empezaron a preguntarme cosas más íntimas, si tenía amigos, si me realizaban algún tipo de bullying, si me iba del país a causa de eso, y por último, me preguntó que si tenía algún tipo de enfermedad, yo le respondí que sí, que tenía anorexia. Este hombre seguidamente me cogió y nos llevo a mi madre y a mi a una habitación rara apartada de todo. Mi madre se quedó fuera en la puerta. Otro chico, empezó a preguntarme cosas sobre mi enfermedad, yo empecé a asustarme mucho, que era esto ¿un psiquiatra en el aeropuerto? Después me pidió que me levantara la camiseta y me observó mi estrecho cuerpo. ¿Por qué me pasaba esto a mí? Se me escapó una lágrima

Después de dos horas de interrogatorio y pruebas, me dejaron salir de la habitación rara, y lo primero que hice fue abrazar a mi madre. Nos dejaron pasar, y entramos en el avión, cuando ya estámos sentadas, mi madre me pregunto:

-Cariño, ¿estas bien? -Yo suspiré, y miré hacia la ventanilla intentando ocultar una lágrima que se deslizaba por mi cara. En ese momento mi madre me dio la mano.

-No lo sé, no lo sé...




Un cuerpo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora