3. Nuevo Instituto, nuevo vecino.

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Llegamos a Sidney, Australia después de un viaje eterno en avión. Un taxi nos llevó hasta lo que sería nuestra nueva casa, bueno en realidad era un piso. Cuando llegamos, el primer vistazo del edificio me pareció genial. Cogimos las maletas y nos dirigimos hacia la puerta. Yo iba cargadísima, se me iban cayendo las bolsas. Pero en ese mismo momento alguien abrió la puerta. Era un chico aproximadamente de mi edad, alto y moreno. Era bastante guapo.

-Déjame que te ayude -Me dice, torpe de mi que no se contestar de repente.

-Emm.. no, no te preocupes... yo... creo que puedo - Pero en ese mismo momento se me cayó una maleta de mano y se abrió. Toda la ropa se quedó tirada en el suelo. De repente un calor horrible subió hasta mi cabeza, creo que me puse roja como un tomate. Me agaché para recoger la ropa y sentí cómo él hacía lo mismo. Recogimos toda la ropa y él cogió la maleta. Nos miramos cara a cara, tenía los ojos azules como el cielo. Era bastante guapo.

-Hola, me llamo Taylor, tu debes de ser nuestra nueva vecina ¿no?

-Sí... yo.. me llamo Nahere pero puedes llamarme Nae, si quieres...

-¿Nahere?... un nombre extraño... ¿de donde viene?

-Es de África, sé que es un nombre extraño

-Pero bonito. -Dijo él, me hizo sacar una sonrisa. Nos dirigimos al ascensor.

-¿A cuál vas?

-Al tercero C

-Vaya, justo debajo de mí. Seremos buenos vecinos -Dijo él sonriendo. Y tan buenos, vaya sonrisa, vaya ojos. Este tío está muy bueno...

-Bueno muchas gracias por ayudarnos, ya nos veremos.

-No hay que darlas, cuando necesitéis algo, no dudéis en llamarme, 4ºC

-4ºC -Repetí yo riéndome.

Esa tarde, fue una tarde larga, mi madre y yo pasamos horas y horas desequipando las maletas, llenando armarios, ordenando muebles... Por la noche me pegué una ducha caliente que me relajó bastante y me fui a la cama sin cenar. Mi habitación era bastante grande, tenía una ventana con unas vistas preciosas, y un armario gigante. También tenía un espejo, un espejo... Me acerqué a el y me quite la camiseta. Debo hacer un cambio, tengo que hacer un cambio. Empezar desde cero... Las palabras de Kevin se me repetían una y otra vez en la cabeza. -Por favor, inténtalo. Date una nueva oportunidad, puedes hacerlo. De repente el sonido de mi móvil me interrumpió. Lo miré, era un wasap. Un número desconocido

-Hola

-¿Quién eres?

-Taylor, tu vecino

-¿Cómo has conseguido mi móvil?

-Soy adivino.

-No, en serio

-Mi padre es presidente de la comunidad de vecinos y tiene la información de todos ellos

-Extraño pero guay :)

Después de una o dos horas hablando de nosotros para conocernos más, me quedé plácidamente dormida. Al día siguiente mi madre me despertó para ir al nuevo instituto que había justo al lado de nuestro piso. En el ascensor me encontré a Taylor.

-¿Te quedaste dormida anoche? -Me preguntó con una risa algo pícara

-Sí, lo siento, estaba muerta por la mudanza y todo eso.

-¿Vas al instituto de aquí?

-Si, creo que sí.

Salimos, y en la puerta había una moto enorme y preciosa, afortunado el que fuese su dueño. Claro que como no, de quién podía ser si no de mi vecino, guapo alto moreno... Se subió en la moto y se puso el casco.

-¿quieres que te lleve a algún sitio?

-No gracias, no me monto en motos de desconocidos -Dije yo entre risas

-Como quieras preciosa. ¡Nos vemos! -Dijo él alejándose con su gran moto. Me había llamado preciosa. A pesar de mis pintas. Seguro que le ha llamado mucho la atención que esté tan delgada, seguro que se imagina que soy anoréxica. Pero el me mira diferente, no me mira como si fuese un bicho raro. A lo mejor no le importa... No lo sé. Ahora sólo me toca enfrentarme al nuevo instituto.


Un cuerpo perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora