Sipnosis:

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Los zapatos altos de marca pisaron el húmedo pavimento del estacionamiento. Las miradas se dirigían a la femenina y sensual figura que bajaba del Acura NSX gris, una diosa según los hombres que se encontraban ahí en ese momento. La joven rubia vestía unas medias negras que delineaban sus bien tonificadas piernas, mientras que un vestido rosa corto (de aproximadamente dos dedos anulares arriba de las rodillas) marcaba su pequeña cintura con un lazo negro y un moño del mismo color se situaba en medio; una chaqueta Versace cubría sus brazos hasta por arriba de sus muñecas, de un color rosa del mismo tono del vestido, pero manchas grises se esparcían por el, mientras que las orillas de las dos bolsas a ambos lados y la de la chaqueta, era delineada por una delgada franja negra. Un bolso de la misma marca y de mano negro de piel, lo llevaba sujeto por la parte inferior. Su cabello dorado iba suelto y sólo un gancho de flor negra pequeña adornaba un costado de su cabeza mientras que se movían las ondulaciones cada vez que daba un paso.

Definitivamente ella disfrutaba las miradas sobre ella, eso la hacían sentir más segura de si misma y mucho más importante que todos los que la rodeaban. Subió los siete escalones para poder ingresar a Imperial, la universidad de los 'ricachones', apodada así por las personas que pasaban cerca y que no estudiaban ahí.

Al ingresar fue el definitivo centro de atención... Todos (incluyendo maestros) tenían la mirada sobre la joven hija de Stefanya Doyle, empresaria famosa en New York, quien se encarga de pasarelas y modelos, una de las mejores en su trabajo. Sus pasos eran seguros, firmes y sus caderas se movían en un vaivén muy animado, como si estuviera en una pasarela, pero sin exagerar mucho. Cruzo tres pasillos para poder llegar a la dirección, donde recibiría su horario y su pase para solicitar sus libros... Al llegar habían aproximadamente cuatro más esperando entrar, sin duda eso no le importó y se fue hasta el principio de la fila, sin interesarle lo que los demás pensarán.

- Oye... - llamó una voz chillona imposible de ignorar. - Estuve aquí por dos malditas horas, y una Barbie humana no me hará esperar en vano. - reclamó claramente molesta.
- Interesante comentario, lástima que no pedí tu opinión cariño. - dijo ignorando por completo lo anterior. - Deberías de pedir ayuda a un doctor para arreglar tu voz de pito, es realmente irritante. - sonrió falsamente y justo ahí se abrió la puerta mientras salía un estudiante X.

Avanzo hasta la dirección y antes de cerrar la puerta elevo su mano a la altura de su cuello y agitó sus dedos en modo de despido hacia la chica que estaba ahora por esperar otra media hora más.

- Srta. Doyle, un placer tenerla aquí. - recibió el rector sonriendo amablemente mientras se ponía en pie. - ¿Ha tenido algún problema o algún inconveniente en su llegada?
- Am, si. Una niña egoísta acaba de intentar pasar antes que yo... Por supuesto que le dije que debía esperar su turno. - habló cambiando de tono a uno más dulzón.
- Oh bueno, algunas alumnas son un poco violentas... No volverá a pasar, se lo aseguro. Siéntese. - dijo señalando la silla frente al escritor, mientras el también se sentaba.

Camino hasta la silla y se sentó con las piernas cruzadas depositando su bolso en su regazo y colocando sus manos sobre el pecho cruzadas esperando el típico discurso al ingresar a un nuevo lugar.

- Muy bien, ahora que esta sentada iniciemos con las indicaciones... - dijo el rector sacando una hoja a la mitad de su gaveta principal. - La carrera que usted decidió tomar fue Empresarial, por lo que este es su horario. - dijo entregándole la media hoja a ella en sus manos. - Como verá, tiene dos horas el lunes más una extra, tres el martes y jueves, una el miércoles más dos horas extras y cuatro el viernes incluyendo una extra. Las horas extras son de una clase recreativa, una clase que usted puede elegir.
- ¿Y se puede faltar a esas horas? - preguntó leyendo su horario y analizándolo.
- Puede faltar, pero eso afectaría su rendimiento académico. Esta es una hoja de las clases extras entre las que puede elegir... - dijo tomando de unos libros, una hoja (esta vez completa) de color rosa y entregándosela a ella. - Y estos... Son sus libros. - dijo entregándole dos libros únicamente. - Los necesitará en las clases empresariales.
- Claro, en esto... - dijo restando importancia al comentario anterior y a sus libros, señaló su horario visible para él, en la casilla del viernes. - Tengo sesiones de fotos y prácticas de modelaje con mi madre de 3 p.m a 7 p.m... Estas clases son de 1 p.m a 5 p.m.
- Fueron detalles que su madre no especificó. No se pueden cambiar... Si falta, podría hasta aplazar el ciclo. Y no queremos eso, ¿verdad? - preguntó de una manera que ella consideró burlona.
- ¿Que se supone que significa eso? - preguntó un poco molesta. - Escuche, señor... Si es cuestión de dinero, mi madre le puede hacer un cheque con diez dígitos ceros, eso no es problema para mi. Pero estas clases de el viernes deben cambiarse. - aseguró con la esperanza de convencerlo.
- Si quisiera dinero, simplemente se lo haría saber. Es una universidad privada... Acepte los términos y nosotros la aceptamos a usted. - pero esa esperanza se esfumó.
- ¿Sabe que mi madre lo demandará por esto?, no puede evitarme esas sesiones de fotos... - reclamó ella.
- Y usted no puede hablarle así a un rector, corre el riesgo de ser expulsada sin siquiera haber ingresado... Sería alimentó para la prensa, ¿no cree? - ella se quedó sorprendida. - Por lo tanto usted sigue el programa y yo no hago ningún escándalo. Eso es todo, se puede retirar.

Se puso en pie de prisa, tomo sus cosas y sin chistar salió de ahí lo más rápido que pudo ignorando la cola más larga que la que había visto antes. Camino por los pasillos buscando su taquilla, el número se encontraba en su horario: 286, no fue difícil encontrarlo, puesto que estaba cerca de la dirección... Estas taquillas al ser pertenecientes de una universidad con fondos adinerados, eran el doble de lo normal, eran más espaciosas y más cómodas. Puso su contraseña, que era el dígito 1545, por razones personales, abrió su nueva taquilla de color rosa que por el interior era blanca, sólo las puertas eran de color rosa, y metió sus libros y su bolso también antes de sacar su celular y revisar su horario. Sus primeras clases habían terminado, por lo que sólo ocupaba su celular de marca Huawei P8 con una funda que además de ser única, tenía su firma en una esquina... Así es, fue diseñada por ella misma. Cerró su taquilla y salió de ahí lo más rápido posible, ya iba tarde a las sesiones de fotos con su madre, quien probablemente estaba hachando humo por los orificios de su cara. Subió a su Acura y en minutos ya iba en camino a toda velocidad a la empresa Doyle, donde su madre la esperaba con enojo.

Ingresó al salón en un dos por tres y paró en seco al ver a su madre con el ceño fruncido y a las otras modelos mirándola burlonamente por haber llegado tarde.

- Tarde, Charity. - anuncio su madre mientras la miraba fulminante. - Ahora que mi irresponsable hija llego, hagan una fila. Las pesaré para ver si alguien se tendrá que ir hoy por sorbrepeso. - dijo esta vez para todas, y todo rastro de burla desapareció al instante. - Vas primero Charity.

Ella se quitó los tacones junto a la báscula y subió a ella con seguridad y orgullo, cosa que las demás no tenían en estos momentos... La aguja marco el peso y su madre lo examinó.

- Cincuenta kilogramos. Perfecto. Daniell... - dijo llamando a la siguiente, quien imitó el acto de quitarse los zapatos y se posicionó sobre la balanza.

Le sudaban las manos y jugaba con ellas mientras miraba al frente y esperaba no ser echada.

- Cincuenta. Perfecto... Sophie. - pidió a la siguiente mientras que Daniell suspiraba silenciosamente de alivio mientras que bajaba de ahí y la otra se ponía en su lugar.

Stefanya frunció el ceño y se agachó un poco más para ver mejor, y si, definitivamente era una mala noticia para Sophie, quien temblaba de miedo.

- Cincuenta... Y dos kilogramos. - anunció con tono más grueso. - Lo siento niña... Vomita, has dieta o lo que sea, pero mientras no tengas el peso adecuado no puedes pertenecer a mis chicas. Largo.
- Pero... Pero Stefanya... - balbuceo nerviosa mientras que Charity sólo se cruzaba de brazos mirando expectante a la chica con los ojos llorosos.
- Pero nada, ahora largo... Vete. - ordenó señalando la puerta.

La morena salió sollozando con los zapatos en las manos por las puerta mientras era observada por todas las demás. Luego de que todas pasaron, luego de haber echado sólo a dos, les ordenó que fueran a buscar sus atuendos, para la sesión de fotos, y así lo hicieron, todas a excepción de su hija.

- ¿Que quieres Charity? - preguntó un tanto agobiada y molesta.
- ¿Cincuenta y dos?, ¿enserio?... Eran sesenta, mamá. - dijo ella de la misma manera que su madre, sólo que con más decepción.
- Era demasiada oportunidad. Esas niñas se desmayan por unos chocolates... Hasta qué no tengan una dieta adecuada no pueden estar aquí. Ahora ve y cámbiate... Estas castigada por llegar tarde. - anunció.

Charity suspiró y fue a su propio camerino, donde se alistaría para su sesión de fotos...

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