Capítulo-8

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Habían pasado varios días desde que Álex se presentó en mi apartamento sin previo aviso, y todavía no había logrado sacar de mi cabeza esos ojos. Esos ojos que sonreían por sí solos, tras los cuales me hubiera ido a cualquier lugar del mundo. No había dejado de pensar ni un segundo en como sonreía tímidamente mientras estaba apoyado en el marco de mi puerta, no dejaba de imaginar como sería escuchar su voz susurrada en mi oído después de una noche de miradas. No había dejado de pensar en él, mientras deseaba con todas mis fuerzas encontrármelo, en el portal, en las escaleras, en el ascensor... Tan solo encontrármelo.

Había conseguido adaptarme perfectamente a la vida en Galicia durante estos 5 días, adoraba la vida en la costa. No había podido aprovechar mucho la playa porque estábamos ya en septiembre, pero aún así el tiempo era agradable. Mi pequeño hogar era todo lo que necesitaba cuando estaba deprimida, eso y mi portátil. Mi mayor vía de escape era recostarme sobre el sofá y vaciarme sobre el ordenador, dejar que las palabras fluyeran, salieran a borbotones de dentro de mí. Necesitaba sacar todo fuera. Y al final, no me quedaba demasiado mal. Para mí escribir era eso, cerrar los ojos y dejarte ir, simplemente dejar que el corazón te lleve a donde tenga que hacerlo. Escribir es la mejor forma de soñar despiertos. Y hablando de sueños, acababa de cruzarme con el mio.

Apresuré el paso para coincidir con él en el ascensor. Intercambiamos un par de sonrisas y no páramos ni un segundo de mirarnos, pero no pronunciamos ni una palabra. Un nudo invadió mi garganta, y lo que había en mi estómago no eran mariposas, era una bandada de águilas ya. Logré pronunciar un tímido "Que buen día hace hoy ¿no?, que sonó todo lo estúpido que suele sonar en las películas. Me arrepentí de haberlo dicho. Él se rió.
-Sí, había pensado en ir a la playa. Hay que aprovechar los últimos días de buen tiempo- dijo educadamente y con rostro afable.

-Yo también había pensado en aprovechar los últimos rayitos de sol, que todavía no he tenido la oportunidad de visitar las playas aquí.

Llegamos a mi piso. Que rabia. Salí y hice un gesto con la mano a modo de despedida, pero en el ultimo segundo el vaciló y dijo:

-¿Que te parece que vayamos juntos?

-Por mí perfecto, así seguro que no me pierdo- dije para que no pareciese que me moría de ganas de estar con él.

-Genial, ¿me das tu número y hablamos?

Después de darle mi móvil nos despedimos y prometimos hablar. Entré en casa como una adolescente después de darse su primer beso. Ni yo misma entendía que me estaba pasando...

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2015 ⏰

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