Capítulo 3

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"Yo... Te voy a salvar. Solo espera un poco más."

Aquellas palabras tan dulces me hicieron sonreír, sentí los labios de alguien sobre los míos. Mi mente reaccionó y cuando desperté no había nadie en la habitación, pero podía jurar que era mi SooYeon, y el beso se había quedado en mis labios. Me estaba volviendo loca.

— ¡Buenos días, señoritas! —exclamó la pelinegra trayendo consigo una bandeja con bebidas y algunos aperitivos.


Volteé y encontré a mi querida amiga aún bajo las esposas de Morfeo, ni siquiera recuerdo cómo llegamos a cambiarnos de ropa de nuevo a la del hospital o a siquiera llegar con vida luego de haber estado entre tanto adolescente y sus necesidades animales.
YoonA todavía traía puesta la peluca, la cual Tiffany acarició sentándose en la silla de invitados y dejando la bandeja en mi regazo.

— ¿Dormiste bien? Yo no recuerdo mucho de lo de ayer... Vaya fiesta. —comentó riendo para sí y tomando el café con leche que trajo dando una gran mordida a su muffin.
— Si Yoong está bien, supongo que no hay problema. —dije tomando el jugo de naranja. Ella solo asintió, parecía estar más concentrada en comer. — Tiff... De casualidad... ¿Viste a alguien antes de llegar?
— Uhm.... Creo que era tu mamá quien vino, la vi salir luego de dejar esa nota. —Estaba por indagar un poco más, pero debía leer lo que mamá dejó.

Mi querida hija, tu papá me necesita ahora... Los dos haremos hasta lo imposible para conseguir el dinero, ¿de acuerdo? Solo será menos de un mes y estaré de regreso. Por ahora todo se cobrará de la cuenta que abrimos para ti. No te faltará nada. Seguiremos depositando. ¡Ten fuerza, hija mía! Te amamos.

Entonces no volvería a ver a mis padres en un mes... ¿Por qué me hacían eso? Sí, tal vez no nos llevábamos tan bien como desearía, pero era mi única familia y me estaban dejando sola en los últimos días de mi vida. No entendía por qué se seguían esforzando el conseguir el dinero para la operación si ya no había remedio para mí. "La esperanza es lo último que se pierde"—hubiese dicho SooYeon. ¡SooYeon!

— Se va, ¿no? No te preocupes, yo te cuidaré. —dijo la mayor adivinando a que yo estaba a punto de preguntar más. Sonreí y asentí. — Anda, come. —Ella definitivamente no hablaría, me molesté, pero tenía hambre. Desperté a YoonA removiendo un poco sus brazos.

— Buenos días, unnie. —balbuceó tallando sus ojos con sus manos hechas puños y alzó la vista hacia Steph. — Buenos días, unnie. —Ella sonrió y le entregó uno de los muffins junto con algo de jugo de naranja.

— Ah cierto, Yoong... Se supone que fuiste al baño porque no te gustaba la bulla, ¿no? Pero... ¿Qué pasó con aquel muchacho? —Al menos debía averiguar sobre eso.

— ¡ChangMIn Oppa! —exclamó con una sonrisa cómplice en los labios. — Estábamos hablando, cuando unos amigos de él lo llamaron señalando una habitación de arriba. Me dijo que era urgente y se fue, estando sola odiaba mucho la bulla y terminé en el baño.

— ¿Habitación? ¿Qué puede haber de urgente en una habitación en plena fiesta? —La pregunta era más para mí misma. Mordí la yema de mi pulgar y los últimos recuerdos de aquella noche volvieron: la habitación, la chica, su voz. — ¿ChangMin es el hermano de tu amiga? —Miré a Stephanie y asintió sin entender por qué tanto interés de mi parte.

Ya estaba claro para mí que aquel chico era el mismo que estaba en la habitación con la mucama, pero aún estaba la incógnita sobre la identidad de la chica. Lo más extraño era que yo la conocía, o al menos eso parecía, puesto que su voz se había quedado grabado en mi mente y se asociaban con lo que él dijo "amiga con cáncer". Sentí que era mi deber ayudarla y sacarla de ese lugar, debía volver, debía planear algo.

La enfermera entró buscando a YoonA, a quien se la llevó luego de haber terminado de desayunar para tomar sus medicinas e ir a su revisión diaria. La americana se me quedó viendo, era obvio que ambas pensábamos en algo, aunque eran cosas diferentes.

** -Tiffany-

— No puedo creer que besé a TaeYeon así... —pensé en voz alta sintiendo mis mejillas enrojecer al recordar el sabor del cuello de aquella muchacha. Recibí el pedido que hice y salí directo al hospital. Lo primero que quería hacer al despertar era tomar el desayuno con ella... Aún no sé cómo sucedió, pero me enamoré de TaeYeon, me enamoré del aura que emanaba cuando la vi. Ojalá alguien pudiese amarme.

— Señorita, ya son las ocho. —dijo el señor Kwon mientras me acercaba las pastillas que debía tomar. Esa era otra de las razones por las que sabía nunca nadie llegaría a amarme. Nunca sería realmente feliz.

Mi padre casi nunca estaba en casa, incluso a pesar de saber de mi condición se encontraba siempre más al pendiente de otros niños en el hospital y me sentía egoísta al quererlo solo para mí, pero es que realmente lo necesitaba. Desde que tengo uso de razón, el señor Kwon ha sido como mi padre, y es por esa misma razón que lo extrañé el largo tiempo que tuve que irme a EE. UU.
Tomé mi medicina y sonreí en cuanto llegamos al hospital. Era la primera vez que sentía mi corazón acelerarse así, aunque debía tener cuidado. No puedo correr, apenas caminar y en ocasiones acelerar el paso, pero eso me trae consecuencias luego. Revisé mi maquillaje una vez más y una enfermera al reconocerme me ayudó a llegar a la habitación de TaeYeon.

Vi a una mujer anciana salir del lugar con lágrimas en los ojos y supuse que era su madre, era mi turno de entrar, cuando otra chica apareció. Me quedé viéndola, tuve envidia de cómo se daba el lujo de tocar a TaeYeon así. Le dijo algo antes de salir y la besó, eso me hizo molestar incluso más, pero luego una voz se repetía en mi cabeza recordándome que yo no era algo de la menor, solo una amiga más.

— ¿Quién eres? —De todos modos mis celos le habían ganado a la razón. Ella sonrío, bueno, sí, era muy bonita.
— Debes ser una nueva amiga suya. Cuídala, ¿sí? —Su voz era bastante suave, la miré aún con el ceño fruncido. — Soy su exnovia, ella está algo encaprichada en que no me quiere cerca. Le molesta que quienes la aman la vean mal. Bueno, ya debo irme. Volveré pronto, no le digas nada.

No pude decir algo, ella corrió y justo en ese momento mi pequeña princesa —como suelo llamarla— despertó.

Tal vez era por esa chica que TaeYeon no mostraba interés en mí, pero yo podía cambiar eso, yo podía lograr que me quisiese, que me amase, que yo fuese especial para ella como lo era ya ella para mí.
Ella se mantuvo haciendo preguntas extrañas, definitivamente quería saber sobre la chica que vino, pero yo no podía decir nada, tampoco quería que lo supiese, no si eso atentaba contra mi plan: que la olvide.

Al fin YoonA se había ido y las puertas estaban cerradas, la mirada de mi princesa estaba en otro lugar, pensando en cosas que me llenaban de curiosidad. TaeYeon es tan pequeña y delgada, la vez que la toqué se sintió tan frágil, como una muñeca de porcelana con su piel tan blanca como las paredes de la habitación. Iba a hacerlo.


** -Tiffany-

"Discúlpame, TaeYeon."

Escuché la voz de Tiffany y giré mi rostro, ¿de qué se disculpaba? Error mío. Aquel movimiento le permitió a la mayor tomar mi rostro con facilidad, juntando nuestros labios. Me besó... Y yo, no la detuve. Cerré los ojos y tontamente imaginé que eran los labios de SooYeon, me dejé llevar y mis manos ya estaban agarrándose de las sábanas sintiendo mis mejillas arder en cuanto más Tiffany profundizaba el beso. Su zurda estaba en mi cuello ahora y poco a poco subió a la cama, la sentí acomodarse sobre mi pelvis logrando que un quejido saliese de mis labios. La viva imagen de SooYeon estaba en mi cabeza, su fina cintura, sus delgados muslos y aquellos labios que me hacían sentir sucia por todos los pensamientos que siempre tuve cuando estábamos a solas, aquella chica con la que siempre fantaseé y se convirtió en mi novia sin querer.

Dejé que la pelinegra continúe, me mordió el labio inferior y adentró una de sus manos en mi abdomen desnudo. — SooYeon... —gimoteé.

La cagué. 


Last SmileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora