No me había movido de mi lugar en días, esperando con cierta paciencia que empezaba a perder, a que MiYoung despertase. Su rostro parecía asemejarse al color de las blancas paredes, su cuerpo estaba más delgado, y por más que le hablase ella no abría los ojos.
Mi vista se desvió al pequeño calendario de la puerta, había dibujado un corazón rosado en el día de su cumpleaños, lo había estado esperando tanto tiempo que no pude evitar llorar por ella. Me acerqué a su cama, acaricié sus nudillos y apreté los labios al ver de nuevo la pequeña venda que cubría su herida, los tubos por los que alimentaban y aquella bolsa de sangre que trataba de mantener su nivel de sangre normal otra vez.
YoonA ya no estaba en la casa, sufrió una descompensación y su delgado cuerpo apenas y pudo soportar el impacto contra el mármol de la casa, estaba viva, pero más frágil. Yo seguía de pie, muriendo, pero seguía. Tomé un poco de jugo y algo de la comida que una de las mucamas dejó, no podía perder fuerzas ahora.
En mi intento por buscar más de ella, husmeé en los cajones, en las repisas y en el armario, pero no encontré nada más que lo normal y mi desesperación, aumentaba. Necesitaba hablar con Yuri de nuevo, necesitaba más información, algo... En el fondo, egoístamente, quería saber algo de SooYeon, quería verla de nuevo, fruncí el ceño y me enojé conmigo misma. Me imaginé besándola, abrazándola, tan solo estando a su lado me haría tanto bien.
—¿Qué pasó?Abrí los ojos y todo pensamiento de SooYeon se esfumó, abracé a la pelinegra tanto como pude para no lastimarla, inhalé su aroma y sonreí cuando al fin nuestras miradas se cruzaron.
—Ya todo está bien, ¿sí? Ya pasó... —musité antes de separarme de ella y tomar sus manos. —¿Cómo te sientes?
Respiró profundo antes de quitar la aguja que la conectaba al suero y se cubrió con una pequeña curita que sacó del cajón de la mesa de noche y me miró de nuevo, algo confundida, como si estuviese haciendo memoria de los últimos hechos y empezó a llorar.
—Yo... soy un asco, soy un asco... Todo lo que te hice, TaeYeon... No era yo, lo lamento. No era yo, yo te amo... Perdón, perdón por ser así.
Se cubrió el rostro con una mano, tan solo me quedé ahí sin poder omitir palabra, y luego de unos segundos la obligué a descubrirse y verme a los ojos, presioné mis labios contra los de ella y la besé. No fue un beso de necesidad, de esos forzosos luego de ser movida por mis hormonas; esta vez quería besarla, tal vez no la amaba, pero sentía algo por ella, algo distinto que me confundía.
—Me gustas. —dije finalmente sin ninguna duda. Era eso, al menos, lo único de lo que estaba segura.
La perilla giró y uno de los enfermeros vino, se acercó a nosotras y llamó a dos más para revisar los signos vitales de la mayor, yo solo me hice a un lado. Pasaron unos minutos y dejaron que ella se siente, le dejaron el desayuno y dijeron que había que informar de la mejoría.Todos en la casa ya sabían acerca de mí, de lo que yo hacía ahí y por eso no me decían nada, absolutamente nada. Me sorprendía que el padre de MiYoung ni siquiera se hubiese acercado a verla, toda comunicación la mantenía por teléfono, ¿realmente era su hija?
Mi enojo se fue cuando nos dejaron a solas al fin, la ayudé a comer y ella se quedaba quieta recibiendo todo alimento que le acercara a su boca, "tengo mucha hambre" me repetía como si me pidiese disculpas por su forma de comer.
Y luego de comer tanto la acompañé a la tina del baño, se quitó la bata que le pusieron y se hundió dejando que el agua recorra todo su cuerpo, le acerqué el jabón y el champú, ella pudo con el resto sola. Esperé casi media hora antes de que saliese con un aroma a "Día Primaveral" como decía en el empaque de la loción que se echó, la ayudé a secarse el cabello, buscamos algo de ropa limpia y ligera y volvió a la cama.
—Aún me siento cansada... —habló en voz baja con los párpados cediendo poco a poco al sueño.
—Duerme un poco, estaré aquí.
Y tal como le dije no salí para nada, iba al baño de vez en cuando debido a mi nerviosismo. Había estado sola por tantos días que era algo extraño para mí. Mi vista se fijó en una pequeña caja debajo de la cama de MIYoung, me arrastré para sacarla y volver a mi sitio limpiándome las rodillas, cuando la abrí encontré un celular, obviamente era un modelo viejo para ella, aunque para mí era el más moderno que pudiese comprar. Lo encendí y todavía tenía algo de batería, era obvio que lo habían formateado, todo estaba vacío. Decidí probar marcando a mamá, casi grito cuando la llamada entró, me alegré mucho de recodar su número.
—¿Aló? ¿Quién es? —preguntó y empecé a lagrimear, nunca creí que extrañaría a aquella mujer que a veces me hacía la vida imposible.
—Mamá...
—¿T-TaeYeon-ah? —inquirió con la voz entrecortada, sabía que también estaba llorando como yo. —¿Estás bien, hija? ¿Pasó algo?
—No... —mentí. —Solo los extrañaba... ¿Están ustedes bien?
—Sí, tu padre ya debe estar saliendo del trabajo y yo estoy preparando la cena. —hizo una pausa y suspiró, yo igual. —Te extrañamos muchísimo... Pronto volveremos, conseguir tanto dinero no es fácil, pero lo estamos haciendo. Debes mantenerte fuerte, ¿sí? Te amamos.
—También los amo, mamá... —musité limpiando los surcos de mis mejillas. Un pitido sonó y vi que quedaba muy poca batería ahora "Samsung" dije para mis adentros. —Ya debo devolver el celular, me lo ha prestado una amiga. Te amo, me cuidaré.
—Te amo.
Cuando dejé el celular de nuevo en la caja, me puse de pie, y ahí estaba un hombre; era tan alto que parecía que llegaba al techo, delgado, con aquella cabellera negra polvoreada con blanco y lo que más resaltaba: su sonrisa burlona.
—Qué conmovedor. —dijo al fin haciendo un ademán para que salga. —Acompáñame.
—¿Por qué habría de hacerlo? —me rehusé, pero parecía tan cómico que alguien de mi estatura intentase desafiar a alguien como él solo con la mirada.
—Soy el Sr. Hwang y será mejor que vengas.
Tragué saliva antes de asentir y salir de la recamara, lo seguí por los pasillos hasta lo que era su oficina antes de que dejase la casa. Me hizo sentar en uno de esos asientos grandes y marrones; él, al frente apoyando sus brazos en el escritorio. Me daba miedo de tan solo estar a su lado.
—¿Qué es lo que quiere decirme?
—Tú y MiYoung se han vuelto muy amigas...
—Sí...
Todos los trabajadores sabían que algo más había entre las dos, y por lo que Yuri averiguó, ellos sabían que toda la libertad que yo recibía era porque ella así lo quería, porque me quería a su lado. Supuse que entonces el Sr. Hwang estaría al pendiente de eso también, después de todo, era él quien le cumplía los caprichos a su hija para que no entrara en un cuadro de crisis. El decir que sí éramos muy amigas le hizo reír, buscó una botella en el primer cajón y un vaso para servirse algo que parecía ser alcohol, las manos me sudaban y por dentro deseaba acabar con esto de una vez, que las semanas pasaran y que nunca recibiese la operación y moriría en paz. Qué egoísta de mi parte sería pensar así siquiera, me maldije mentalmente cerrando los ojos y él me volvió a dirigir la palabra.
—Nunca entendí a las personas como tú, como mi hija... Pero ella ya era un caso perdido. No hacía nada bien y ahora me sale lesbiana.
Me enojé, mis orejas se pusieron rojas al igual que mis mejillas, sentía el calor por todo mi cuerpo, empuñé las manos y amenacé con pararme, pero ese hombre seguía hablando.
—Como sea, te quiere a ti, para hacer esas cosas que ustedes saben, así que te tengo una pequeña oferta que te interesaría mucho.
—¿Oferta?
—TaeYeon, no nos hagamos los tontos, por favor. ¿Sabes dónde están tus padres?
—En Estados Unidos... —musité, dudé por un segundo de mi respuesta.
—Sí, para ser más exactos en Nueva York, qué ciudad tan cliché, ¿no lo crees? —preguntó antes de tomar un sorbo de su bebida y se acomodó en su asiento.
—Supongo...
—Tu padre está trabajando en la compañía de un amigo, es un contador. Tu padre es muy tonto, un completo imécil. —exclamó socarronamente, tomando un sorbo más largo. Ahora sí me puse de pie y apoyé las palmas de mis manos en su escritorio, le sorprendió. —Tranquila, te explico. Tu padre cree que siendo un contador que recién llega de otro país ya tiene un buen sueldo y un departamento, el "sueño americano" dice él.
—¿A qué se refiere?
—Tu papi cree que todo es por su gran desempeño laboral, pero todo es gracias a mí. Tu madre igual, ella cuida niños, los niños de una amiga mía y oh, el departamento es mío también.
—¿Por qué hace todo eso? ¿Por qué los ayuda y se burla? ¡Dígame!
—Mira pequeña, si yo quiero puedo hacer que los devuelvan a Corea, pero no lo hago por la oferta que te tengo.
—¿De qué se trata?
—Es muy simple, debes ir a Estados Unidos con MiYoung, allá ella podrá ser atendida por un especialista, tu padre conservará todo y encima les ayudaré con los gastos de tu operación y todo lo que necesiten.
—¿Q-Qué?
No podía negar que lo que me proponía aquel señor tan desagradable era una solución a los problemas de dinero y a ayudar a MiYoung a superar su enfermedad, pero aun así había algo que no podía permitirme... El tiempo de recuperación que ella requería tomaría mucho tiempo, muchísimo, y yo apenas tenía unas semanas más de vida. Luego estaba SooYeon, en el fondo esperaba volver a verla, decirle algo, siquiera despedirme, pero yendo a otro continente jamás lo lograría.
—No. —respondí decida y moviendo la cabeza. —Yo voy a morir en menos de un mes y cuando muera le generaré otro trauma a MiYoung y yo...
—¿Morir? ¿Quién te ha dicho eso? Bueno, es cierto que te ha salido un nuevo tumor, pero con la operación y los tratamientos se arregla, ¿de dónde has sacado eso?,"p4'|(ڗ|S
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Last Smile
Fanfiction¿Alguna vez te has preguntado cómo es vivir sabiendo que tus días están contados? ¿Por qué seguir viviendo si algún día todo esto se va a acabar? ¿Qué es lo que nos motiva a seguir? Cuando a veces la lucha más grande es la de seguir viviendo cuando...