La nueva forma de movernos

18 11 3
                                    

Originalmente planeamos quedarnos a orillas de la ciudad pero encontramos una ola de zombis y cráneos, lo mejor era continuar hasta donde se nos permitiera, los zombis estaban por todas partes así que con trabajo conseguimos encerrarnos en una fábrica de colchones.

Pusimos algunas piezas como soporte a las rejas donde escuchábamos azotar a la ola de muertos, en cuanto cerramos todo lo que encontramos, siguió el proceso de limpiar de cadáveres andantes dentro de la propia fábrica, yo me encontré con un muerto que vestía uniforme de guardia de seguridad, sus ropas roídas con una parte del rostro sumido, fue fácil hacer que su cabeza este en el suelo varios centímetros.

La situación no era buena, estábamos atascados en ese lugar a menos que se nos ocurriera una manera de evadir hordas de muertos; pero el problema era que el alimento se nos estaba agotando y todos esperaban que se me ocurriera algo para salvarnos.

De momento sugerí racionar la comida a la mitad, me fui a caminar entre la fábrica de colchones: cadenas, metal, relleno de colchón, había muchas cosas a las que no preste atención porque sentía la presión en mi espalda. Yo los había metido en este lio y debía sacarlos.

-Deberías probar este colchón- dijo Cristian sacándome de mis pensamientos.

Yo busqué de dónde provenía su voz y me di cuenta que no estaba muy lejos de mí, se encontraba acostado en uno de los colchones con las manos en su cabeza.

- ¿Qué haces descansando cuando todo se está yendo al demonio? -Grite.

-Quizá sea la última vez que pruebe un colchón- me dijo.

-Eres un cabron- en esos momentos me sentía tan enojada.

Él sonrió con cierta malicia -Así que te sabes alguna palabra divertida Karin- contestó.

Sin pensarlo me monté encima de Cristian dispuesta a golpearlo - ¿Qué no entiendes? ¡Vamos a morir ¡ y yo seré quien los asesine a todos- pronuncie completamente fuera de control.

Podía escuchar a los muertos contra las paredes y sentía que todo se volvía tan estrecho, lo había estropeado todo con mis impulsos mientras que él se veía tan confiado.

-Nadie puede decidir por otros así que no eres responsable de la vida de nadie, entre todos debemos pensar una solución- habló con dulzura.

Cristian se sentó para poder abrazarme -Pero perder la calma no ayuda- continuo.

Yo me perdí en esos brazos, en ese cuerpo que me devolvía la confianza y aunque reservado sabía proporcionarme el consuelo y amor necesario. Lo amaba, de eso no tenía duda, mi corazón junto con mi mente se concentraron en ese momento mágico que me hacía sonreír a pesar de todo.

Al levantar el rostro me di cuenta que él estaba algo sonrojado, yo sentía la cara ardiendo así que era probable que tuviera la cara roja como un tomate; me moví de donde estaba y me acosté en el colchón.

-Es tan suave, nunca me había dado cuenta de lo valioso que era acostarse en una cama- exclame con una sonrisa.

Más tranquila voltee al techo donde palomas volaban de un lado a otro, sentía un poco de envidia por ellas porque no tenían que tocar la tierra.

-Creo que tengo una idea- dije con entusiasmo.

Me levante de un salto con Cristian a mí lado, corrimos hasta el techo desde donde se podía ver los otros techos, ya sea de bodegas, otras fábricas y casas. El viento soplaba con violencia (el otoño ya había llegado) en contraste con el sol quemante.

-Cris, quizá podamos andar entre los techos y así evitar a los zombis- me parecía la mejor estrategia. -Claro, debemos pensar bien cómo hacerlo pero es una buena idea-.

Viviendo entre muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora