Lo que uno puede hacer

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Al despertar noté que Cristian se marchó; en la tienda Martha acomoda una mesita para darme el desayuno, con su mente en otro lado queda ajena a lo que ocurre a su alrededor.

-Buenos días- saludo torpemente.

Ella contesta algo sorprendida, deja las cosas en la mesita y se aproxima a mí -Cristian está conversando con el resto -. Explica.

-Sobre qué hacer- afirmo con solemnidad.

-Sí, no sabemos cómo moverte, a decir verdad ayer discutimos sobre llevarte a espaldas pero no sabemos lo que pueda hacer a tu salud- contesta ella.

Me siento extraña, sobrecogida por la emoción por eso preguntó - ¿Trasladarme? -.

-Obvio, el día de hoy tomaremos un descanso para cuidar tu lesión pero es cuanto podemos darte, tampoco es que te vayamos a abandonar-.

- ¡No podemos tener el lujo de un día de descanso!- replique.

-Pues no los concedemos igual. Debes confiar en nosotros pues al final somos un equipo- contesta Martha.

Estoy perpleja, no puedo creer que de todos sea ella quien lo dice porque desde el principio chocamos por nuestra personalidad; se aproxima a mí y me ayuda a sentarme, entonces me duele el cuerpo como si me hubiesen apaleado. Es una sensación molesta pero me alegra saber que mejorare, por lo menos no estoy insensible, ella me sonríe.

-Tarde un rato en comprender ¿sabes? Me irritaba esa forma tonta que tenías de caminar por la vida, como si nada pasara pero poco a poco entendí que no es que quisieras negar que todo era un caos o fuera horrible sino que sabes que son así las cosa y sigues adelante- se quedó sin aliento.

-Martha...-

-Sufres, te levantas y continuas, siempre esforzándote por no hacerlo peor de lo que es, nada de lo que hagamos cambiara lo que paso o lo que ocurre por eso no tiene caso seguirse amargando, creo que encontraste la practicidad- me dijo al acercarme la comida.

-Probablemente, yo aún conservo la certeza de que se puede vivir mejor, hago lo posible porque sea así - conteste antes de estirar la mano.

-Bien, eso no significa que me agrades - responde de modo tajante- Les daré las nuevas noticias al resto -. Avisa antes de salir.

Siento las energías renovadas, no quiero que la confianza que se deposita en mí se desperdicié, al momento aparece Laura con sufrimiento en todo su rostro.

-Perdón, perdón, si no fuera una cobarde- pronuncia con aflicción.

-Laura, creo que olvidas una cosa: siempre juntas en las buenas como en las malas- digo con alegría, es imposible no estar bien.

Ella suelta una carcajada y me abraza con cuidado -Tienes razón, como un matrimonio Karin-.

A lo largo del día los demás van a saludarme hasta que solo queda Cristian que se ve realmente feliz, se acuesta a mi lado sin hablar, en su lugar mira con detenimiento.

Suspiro varias veces en espera de escuchar un sonido de su boca, en la irritación le hablo de mal modo, le pido que me deje sola si piensa ser misterioso.

-La primera vez que nos besamos te dije que no quiero que mueras, en lugar de lo que debí decir: te amo, es tan simple como eso-.

No quiero escucharlo después de casi morir, aunque mis sentimientos son iguales, tampoco pienso decirlos -Vete- pido seriamente. Él se encoje de hombros y sale de la tienda.

Al día siguiente permanecemos en este techo, deciden darme más tiempo para sanar y que el dolor no impida que actué. Ya puedo caminar un poco entre otras cosas; no hablo con Cristian para nada; quizá son ideas mías pero está asustado de que muera y por eso se siente en la obligación de decirlo pero yo no pienso que sea correcto.

Viviendo entre muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora