Capítulo VI.

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Llegué al salón de clases con minutos de retraso, cuando todos ya estaban acomodados en sus pupitres y prestando atención al docente. Me sentí tan pequeña ante la mirada curiosa de todos mis compañeros, que seguramente se preguntaban porque llegaba tan tarde y con el cabello desprolijo, sentí una vergüenza terrible. Lo único bueno de que mi despertador no sonase a tiempo y saliera como una loca de mi habitación corriendo escaleras abajo fue ver la sonrisa de Matthieu al encontrarse con una Charlie despistada que se había quedado dormida, una sonrisa que me infló el corazón y me hizo sentir no tan desafortunada esa mañana, y a pesar de que él también llegaría tarde por mi culpa, siguió sonriendo durante el trayecto en auto, pues Aurélie no tuvo otro remedio más que llevarnos a la escuela.

—Lo siento —comencé disculpándome con el profesor—, se que es tarde, pero ¿puedo pasar?

El anciano que impartía química hizo una mueca pero me dejó pasar, y con paso apresurado me dirigí al lugar que afortunadamente habían guardado para mí Anne y Cécile. Sacando mi libreta de apuntes y el libro les dirigí una mirada, pues podía sentir sus ojos puestos en mí, me miraban con un signo de interrogación en el rostro y yo no hice otra cosa más que encongerme de hombros. Devolví la atención a la clase y trate de concentrarme en lo que el profesor estaba diciendo, pero había algo que no me dejaba concentrar, algo que había sucedido esa mañana, ciertamente, pero no lograba descifrar qué. No quise darle más vueltas al asunto e intente resolver los ejercicios que estaban escritos en la pizarra.

A la hora del recreo fui a la banca habitual con Cécile y Anne, que no paraban de parlotear sobre un actor francés que yo nunca había escuchado mencionar, así que no estaba muy participativa en la conversación. Simplemente me dedicaba a comer mi sándwich mal hecho mirando el enorme patio de la institución, hasta que a lo lejos algo llamó mi atención. Un grupo de chicos en corro cerca del salón de cómputo, nada fuera de lo normal, pero en el fondo sentí como una punzada, algo que me decía que estaba mal. Matthieu fue lo primero que pasó por mi cabeza, y de un salto me puse en pie dejando mi comida de lado y echando a andar en dirección al grupo de chicos

—¡Charlie! ¿A dónde vas? —escuché preguntar a Anne a mis espaldas mientras me alejaba.

Pude sentirlas seguirme, pero en ningún momento bajé la velocidad para que me dieran alcance, porque en cuanto más me acercaba a la sala de cómputo más confirmaba que algo andaba mal. Mi corazón se comprimió al ver la mata de cabellos desordenados de Matthieu entre la multitud de chicos y me eché a correr. Cuando por fin llegué al lugar pude ver como mantenían a Matt y a otro chico más bajito y regordete contra la pared, entre empujones y maldiciones dirigidos a mi primo y su amigo. Me abrí paso entre el grupo de chicos empujandolos a todos mientras les gritaba que dejarán a Matthieu en paz.

—¡Uy, llego la novia del freak! —vitorearon los muy idiotas— ¡Es tan retardado que tiene que defenderlo su noviecita!

En ese punto ya estaba cegada por la rabia y me costaba ver con claridad, no distinguía rostros, sólo veía cuerpos moviéndose y burlándose de Matt y de mí. Uno de ellos se posiciono frente a mí e intentó sujetarme, pero de alguna manera lo alejé empujándolo con todas mis fuerzas, logrando tan sólo que retrocediera un par de pasos. Me quité uno de mis zapatos y lo levanté al nivel de mi cabeza.

—¡Acércate otra vez y te vas a llevar un zapato a la boca! —grité enojada.

Pero en vez de causarles temor lo único que hicieron fue reírse de mí, pero las risas rápidamente se vieron apagadas por un profesor que llegó a la escena, seguramente llamado por alguna de mis amigas.

—Muy bien, ¿qué está pasando aquí? —preguntó el profesor enojado.

—¡Pasa que estos idiotas se estaban metiendo con Matthieu y su amigo! —dije aún muy enojada y con el zapato todavía en mi mano.

The passing of loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora