Crisantemo blanco

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El martes de la tercera semana sin verte tuve una charla muy seria con mi madre.

Hablamos de mi padre. De la muerte. Del engaño y la traición.

Del amor.

Y de alguna manera, a pesar de tantas lágrimas derramadas por parte de ella, empezamos a hablar de... ti.

Ella ya sospechaba de algo. Me notaba diferente. Era una madre, claramente conocía a su hijo más que cualquier otra persona.

Así que, aunque me resistí por un tiempo a contarle todo, su insistencia fue mayor y le relaté todo desde un principio.


Y en definitiva platicar con ella me ayudó.


Pétalos efímerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora