Primera parte. Betónica

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Todos se habían marchado del cementerio hacía una hora.

No llevaba paraguas. Las gotas de lluvia acariciaban mis mejillas, bajaban por mi mentón, hasta caer lentamente al suelo húmedo.

Observaba aquella tumba sin ninguna expresión en mi rostro.

No sabía cómo sentirme, no entendía cómo debía actuar en esos momentos.

El epitafio se repetía una y otra vez en mi mente.

Sin embargo, quería sacarlo de allí, porque me atormentaba.

Estaba a punto de dar la vuelta y dirigirme a la salida, cuando escuché un ruido.

Llanto.



Eras tú.

Pétalos efímerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora