PRÓLOGO

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Se baja del bagón, y tras buscar su maleta de rayas azules y blancas, va hacia el otro lado de la estación haciendo sonar sus all start. El viento remueve su pelo ondulado que cae sobre sus hombros, echándolo hacia atrás. Con la maleta en una mano y el bolso en la otra, sale y para un taxi. Entra y le indica la dirección.
-A Plaza Pontevedra por favor.
El conductor arranca. Ester va pensando en todo lo que ha vivido en el último mes. Demasiadas cosas. La muerte de su abuelo, el cambio de ciudad, de instituto, de gente. Suspira mientras se echa hacia atrás en el asiento y cierra los ojos.
hace aproximadamente 1 mes, una tarde de otoño a las seis de la tarde...
-Chicas, concentraros. Este es el partido más importante de la temporada. Si lo ganamos, la liga es nuestra.
Todas asienten. El equipo entero. Ester estira y sale al campo junto con su equipo. Ahí, en la primera grada está su abuelo. Su mayor ídolo y su único fan. Se colocan. Saca el equipo contrario, pronto poseen el balón y lo dominan. A los quince minutos de partido marcan el primer gol. 1-0, lo celebran con alegría. Ester mira hacia la grada con el fin de dedicárselo a su abuelo, pero cuando lo ve, se queda estupefacta: está mirando hacia abajo, con los ojos muy abiertos y las manos decaídas. Éster corre lo más deprisa que puede mientras todo el campo está pendiente de lo que ocurre. Llega, salta las vayas y se pone frente a él. Le levanta la cabeza, se pega a su corazón, que ya no late. Ester se pone histérica, empieza a llorar al tiempo que grita pidiendo ayuda. Un equipo de emergencias llega con rapidez y le miran el pulso y los latidos. Ya no hay nada que hacer.
-Lo siento. Ha sufrido un ataque al corazón. Ester, asustada, se tira al suelo y llora. La entrenadora la levanta y le abraza. El campo entero está en pie. Todos: jugadores, espectadores, árbitros, personal médico, guardias de seguridad, etc... Todo el mundo guarda un minuto de silencio para el ex-entrenador del Atlético de Madrid. Al acabar, los dos equipos salen del campo a los vestuarios. La entrenadora ayuda a Ester a recoger sus cosas y la lleva a casa. Al entrar, vuelve a llorar, provocándole un pequeño ataque de ansiedad.
-Tranquilízate.
A Ester le comienzan a temblar las manos y casi no siente la cara. La vista se vuelve nublosa.
-Éster para!-le grita. Consigue calmar a Ester, que deja de llorar y se queda dormida.






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