CAP 5

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ocho de la noche, un día de otoño•
-Son diez con cincuenta.
-Aquí tiene.
-Que pase buena noche.
Éster escucha como el taxi se aleja mientras mira el portal por el que entrará los próximos meses, o quizás, años. Abre con la llave y sube hasta el sexto, su piso, el de su abuelo, su herencia. Sale del ascensor e introduce la llave en la cerradura. Camina hacia el interior de la casa, salteando un montón de cajas, y bolsas esparcidas sin un orden fijo por todo el suelo de la entrada y pasillo. La primera habitación que ve es la cocina, en la que deja la maleta en el suelo y sus llaves encima de la pequeña mesa rectangular pegada a la pared, sobre la que hay un mantel de cuadros rojos y blancos. Se quita la chaqueta y la coloca en el respaldo de la única silla que hay. Sale de la cocina, y se fija que la puerta corredera es un espejo, así que se mira en él. Se hace una coleta, y mira al suelo, buscando como empezar. Finalmente se decide por sentarse en el suelo y coger una bolsa negra que tiene a su izquierda y romperla. En ella hay ropa. Ropa de cama.
Tras tres horas de colocación y limpieza del pasillo y su habitación, Ester se pone un pijama de su ropa ya colocada en el armario, y se mete en la cama, no sin antes poner una alarma a las siete y cuarto de la mañana.

CAT Y SAMUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora