Agarré el cierre de la cremallera y desabroché la apretada cazadora de cuero granate que llevaba puesta.
Quitarme esta chaqueta es peor que intentar quitar la piel del fuet. Pero ya me había acostumbrado a ella. Cuando me la quité, la lancé por los aires. No sé muy bien adónde fue a parar. Sólo sé que por fin había logrado quitármela. Mi padrastro de mierda no se había percatado de lo grandes que son mis tetas cuando me la compró. Pero por el mero hecho de que costó como mil euros, me la pongo casi todos los días. Aunque con todo el dinero que tiene mi padrastro, podría pagarme una cazadora nueva cada día.
Me quité los apretados vaqueros y los lancé junto a la cazadora. Una de las cosas que más me gustaba al llegar a mi casa del trabajo, el placer más absoluto del mundo, era quitarme la ropa. Desnudarme, sí. Siempre tiendo a llevar ropa horriblemente apretada, por lo que al llegar a casa, no puedo evitarlo. Incluso hay veces que me desnudo en el rellano. El lujo es que, como vivo sola, ando por casa en ropa interior. Independizarme ha sido la mejor idea que he tomado en mi vida.
Cuando estaba a unos pasos del baño, me quité la camiseta de manga francesa que llevaba y me quedé en ropa interior. Ah, que agradable sensación. Seguramente, al vecino de enfrente se le estaba cayendo la baba. Sí, sé perfectamente que mi vecino de enfrente me stalkea. Ya le he pillado varias veces mirando donde no debe. Pero sinceramente, ya me da lo mismo.Me detuve cuando llegué a la altura de mi 'estantería trampa'. Y sí, habéis leído bien, queridos míos. Sé que esto va a sonar muy cliché, de hecho, es demasiado cliché cómo para ser verdad. Pero aún así, es la mejor parte de todo el apartamento. A parte de que desde mi salón se puede ver todo Nueva York. Papi tiene pasta. En verdad, padrastro. Mi madre no ha tenido suerte con los hombres. Se ha casado con cinco tíos en quince años. Y, casualmente, todos ellos eran unos hijos de puta. Incluido mi padre biológico, el que le puso los cuernos a mi madre con la secretaria. Mi primer padrastro, el segundo marido de mi madre, era un hombre serio, alto y apuesto. Pero sólo le interesaba su dinero. El cual se fundía en los casinos casi todas las semanas. Mi madre, una mujer extrovertida, simpática, agradable, y una gran hija de puta (al igual que yo) no tardó el pedir el divorcio. El muy cabrón decía que donaba el dinero a causas benéficas en vez de dar la cara y decir que se lo apostaba todo en el casino. Pero al menos no se lo gastaba en putas, como mi segundo padrastro, el tercer marido de mi madre. Eso sí fue una auténtica putada. Y nunca mejor dicho. Lo mejor fue cuando una 'mujer de compañía' se presentó en la puerta de casa preguntando por mi padrastro. Algo malo ocurría. Mi madre no tardó en darse cuenta. El cuarto marido, mi tercer padrastro, era el mejor hombre que he conocido en mi vida. Me enseñó muchas lecciones valiosas sobre la vida. Pero todo lo bueno acaba; se mató en un accidente de coche. Y lloré, bastante. Tenía que decirlo. Mi padrastro actual es el que más ha durado con mi madre. Viven en una casa playera en los Hamptons. Él tiene mucho dinero (al igual que todos los demás maridos de mi madre. Pero este en especial). Nunca me ha caído bien. Es un hijo de puta, y estoy segura de que engaña a mi madre. Pero gracias a él, puedo tener un apartamento enorme en el centro de Nueva York con unas vistas del copón. Ni siquiera me hace falta trabajar. De hecho, estoy pensando dejar el trabajo. ¿Para qué esforzarme siendo rica, sabiendo que en el testamento de mi padrastro de mierda me dejará millones de dólares? Aunque actualmente ya los tenga.
Agarré una balda de la 'estantería trampa' y tiré de ella con fuerza. La estantería empezó a desplazarse. Para que os lo imaginéis; es como una puerta, pero, en vez de eso, una estantería.
De alguna manera tengo que ocultar mis armas, ¿no?
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Memorias de una asesina
ChickLitUna ex sádica, un policía corrupto y diez víctimas 'inocentes'.