Capítulo VII

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"Amarillo como un girasol floreciendo en medio de un prado"

Annelisse no pudo evitarlo, las lágrimas se desbordaron por sus mejillas y su corazón se rasgó.

Una expresión preocupada se mostró por unos segundos en el rostro del vampiro, pero desapareció, perdiéndose en un recuerdo.

—¡Te odio! — gritó Annelisse sin medir sus palabras, sus ojos se abrieron como platos y esperó que el vampiro la regañara por su insolencia.

Sorprendentemente no dijo nada. Se mantuvo callado con una expresión impávida, la observó de los pies a la cabeza.

Sus ojos se movieron sobre su cuerpo, pasando por cada una de sus pequeñas curvas y Christopher no podía sentirse más orgulloso.

Algún día Annelisse Anghel sería su compañera.

—Señorita Anghel ¿Tiene hambre? —entró preguntando Laury, una de sus sirvientas.

Christopher les había hablado a sus sirvientes sobre el trato que tenía con el padre de la bella señorita Anghel, así que su presencia no era sorpresa.

La mujer era algo trozuda, pero tenía un gran sentimiento maternal, lo cual le hacía recordar a su madre a Christopher.

Cuando Laury se percató de la tensión entre la joven y él, pidió disculpas y salió rápidamente.

Él jamás trataría mal a los que una vez, hace muchos años, fueron sus súbditos... O lo que quedó de ellos, más que ser sus sirvientes, eran su familia.

Las cristalinas lágrimas aún caían por las pálidas mejillas de la joven, ella también se estremecía cada poco... Como si su presencia le espantara.

—Sería incapaz de herirte, Annelisse —dijo él mientras se acercó lentamente y con sus frías manos limpió las mejillas de la joven.

Annelisse no se alejó, sentía curiosidad por el toque del vampi... Christopher, ella decidió empezar a llamarlo así, sería de mala educación referirse a él por lo que es en vez de por su nombre.

Mientras Christopher acarició su rostro, ella cerró los ojos... Y su estomago gruñó.

Apenada, Annelisse se sonrojó mientras él trataba de ocultar su sonrisa.

Annelisse salió al pasillo en busca de la mujer que le había ayudado, después de su pérdida de apetito... Ahora tenía un apetito voraz.

Ella sintió a Christopher caminando tras ella, observándola intrigado, pero siguió con su búsqueda.

No podía dejar que la tocara, sería una imprudencia terrible y aunque su padre aún no la había prometido en matrimonio con alguien... Se sentía extraño.

Además, su toque la había tranquilizado, como algo destinado a ser, pero ella debía impedirlo.

No podía perdonarlo por haberla obligado a ir a cambio de la vida de las personas que ama.

Annelisse vislumbró a la mujer y se acercó con una sonrisa.

—Disculpe, ¿Usted mencionó la comida? —preguntó ella algo avergonzada, ella lo había hecho pero debió salir de la habitación por el pesado ambiente de esta.

—Sí, por supuesto señoría Anghel — respondió la mujer — Soy Laury.

—Por favor, digame Annelisse.

La mujer tomó la mano de Annelisse y la llevó a la cocina del enorme castillo.

Puso frente a ella un enorme plato de frutas y le sonrió, animándola a comer.

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora