Capítulo VIII

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"Verde como el césped en primavera"

El felino se crispó y sus ojos se oscurecieron momentáneamente.
—¿Qué necesita de mí, príncipe Jakov? — respondió el gato mirando renuentemente a Annelisse quien tenía la boca abierta inconscientemente.

Algo cambió en los ojos de Christopher, ante su mirada perdida parecía reproducirse recuerdos del pasado, pero la nostalgia en su semblante fue reemplazada por la ira.

—Esta prohibido llamarme así — gruñó él mientras sus caninos se alargaban, por el rabillo de su ojo vio a Annelisse estremecerse e intentó tranquilizarse, lo último que quería era que ella le temiera —. Celic, debes buscar a tu ama, Danika, la necesito.

El gato fingió indignación y se sentó grácilmente sobre una estantería repleta de implementos de cocina.

—Porque habría de hacer eso, estamos perfectamente bien si esa bruja — Annelisse alzó su mano con curiosidad para tocar al felino pero Celic la miró y soltó:— ¿Qué crees que estas haciendo, niña tonta?

—Gato insolente — masculló ella entre dientes y se alejó sentándose en la mesa junto a Laury, alzó la barbilla y fingió ignorar la conversación entre Christopher y Celic, el gato.

— Porque te has mantenido en mis tierras por mucho tiempo... Además, sé que ella debe extrañarte... Eras su felino consentido.

—Ella me convirtió en esto— él señaló con una garra su pecho, tal cual como lo habría hecho un humano con su dedo — Es malvada, egocéntrica, sinvergüenza, altanera...

Christopher lo calló.

—Celic la ibas a abandonar, en lo que a mí respecta, te lo tenías merecido... — Christopher caminó por toda la cocina, su imponente andar lleno de confianza y fuerza le dio la certeza a Annelisse de que Celic no podría negarse a su pedido— Igualmente, si tu no la buscas y la traes ante mí, buscaré la manera de traerla yo mismo... Y creeme, resultará peor para ti.

Y sus palabras dieron el veredicto final. El resabiado felino se lanzó al alféizar de la ventana con sus ojos como dos rendijas y vociferó:— ¡Me vengaré, Jakov, lo haré!

Christopher con un movimiento de su mano le restó importancia a sus palabras gatunas y giró hacía Annelisse.

—¿Estas satisfecha? — preguntó dejándola sin habla, parecía sinceramente interesado en si había saciado su apetito.

Ella solo fue capaz de asentir.

—La primera vez que te vi no lucías tan cansada — dijo él pensativo observando su rostro.

Se veía demacrada, como di hubiera envejecido años, en una efímera noche.

— La primera vez que me viste llegué aquí por curiosidad... Hoy lo hice por obligación — Annelisse se levantó, agradeció a Laury la comida y salió de ahí.

Christopher murmuró una maldición.

— Le tomará tiempo, pero te aseguro que a tu lado vivirá feliz — dijo Laury sensatamente y empezó a organizar algunas cosas que estaban fuera de lugar.

Y aunque el rechazo de Annelisse le dolía profundamente, lo que verdaderamente había abierto una herida en su corazón fue que Celic le recordará su pasado.

Príncipe Jakov.

La última vez que le habían llamado así, lo habían castigado con la inmortalidad y el asesinato de sus padres.

Sacudió la cabeza para evadir el doloroso recuerdo y centró sus pensamientos en Annelisse.

Ella le odiaba y tenía sus razones para hacerlo.

Christopher tenía que encontrar la manera de ganarse los sentimientos resguardados de la hermosa joven.

Atrapar su acorazado corazón no sería tarea fácil pero Christopher se lanzaría por aquella hazaña.

Recordó a Peter.

Se ganaría parte de la confianza de Annelisse si le aclaraba lo que le sucedió a su hermano.

Y aunque por fuentes cercanas Christopher sabía que el joven había conseguido quien le diera de su sangre para culminar su transformación, él no tenía la certeza de que aceptara visitar a su hermana.

Pero, valía la pena intentarlo.

Christopher buscó a uno de sus fieles sirvientes, Sedric, y lo halló en el establo, acomodando el caballo de Annelisse.

El corsel era una belleza para admirar, grande y rápido, dotado con la agilidad y majestuosidad de un pura sangre.

—Sedric ¿Recuerda a la señorita Dahl? Necesito que le busque, a ella y su recién convertido compañero Peter Anghel, debes estar dirigiéndose al sur.

El hombre de mediana edad asintió.

—Partiré esta tarde, señor Jakov.

Satisfecho, Christopher entró al castillo y se guió por el espectacular aroma de la vitalidad de Annelisse para hallarla.

Si su corazón aún palpitara, se habría detenido por el terror en su pecho. Ella estaba sentada sobre uno de los muros sobresalientes del balcón, la luz del sol acariciando su pálida piel y creando matices en su abundante cabello.

Ella tenía algo en sus manos y lo observaba con tristeza, acarició el objeto y cerró los ojos.

Si los rayos del sol no le impidieran salir, él estaría a su lado, confortándola.

Pero, no podía hacerlo.

Annelisse observó el día irse lentamente hasta que los rayos del atardecer también sucumbieron a la oscuridad de la noche.

Se pasó la tarde acariciando el medallón que pertenecía a su madre.

Las ráfagas del helado viento azotaban su frágil cuerpo pero no bajó del alto muro hasta que el sueño estuvo a segundos de vencerla.

La altura era considerable desde la habitación que le habían otorgado, la estancia era enorme y poco acogedora, la inseguridd la rodeó al instante.

Se acercó al armario y sacó un camisón blanco, le quedaba suelto y algo corto pero se negaba a dormir con un incómodo vestido.

Mientras pasó la suave tela sobre su cabeza no pudo impedir que las lágrimas se desbordaran de sus ojos.

Su vida, su familia, Peter... Se sentía devastada por todo lo que sucedió, pero, de la misma manera, sintió regocijo, ya que había salvado a sus seres queridos y se demostró a si misma lo valiente que podía llegar a ser.

Aún así, eso no impidió que el dolor maltratara su alma.

Se acostó sobre la enorme cama aferrando las piernas contra su pecho.

El dolor parecía desgarrarla.

Ella gritó de agonía; estaba atrapada en aquel lúgubre castillo, alejada de su familia, con ese ser, que simulaba ser un hombre, pero sólo era una bestia despiadada.

Las lágrimas siguieron cayendo por su rostro, ella no logró contener los abrumadores sollozos, le costaba respirar, así que con el tiempo, intentó calmarse.

Alzó la mirada y detalló sus aposentos, para su sorpresa, inclinado contra la pared opuesta a la cama, estaba Christopher. Observándola en silencio pero con ansiedad en sus facciones.

Ella necesitaba consuelo, pero no podía esperarlo de él.

Christopher caminó y se sentó a sus pies, ella se apartó, dejándo un espacio prudente entre ambos, se sentía desnuda y la mirada de él en su cuerpo no la tranquilizaba.

Sin embargo, Christopher la miró a los ojos y acarició su mejilla antes de decirle: — Vinieron a visitarla, mi querida dama, su hermano la espera.

Él beso sus nudillos y su preocupación se alejó al ver la felicidad en sus ojos abiertos de par en par.

Nota de la autora: ¡Hola! Gracias, gracias, gracias... Por leer, por votar, por sus lindos comentarios.

Me hacen extremadamente feliz ❤ Llegamos a los 2k en lecturas y todo se los debo a ustedes.

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora