Capítulo XX

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"Turquesa como el agua de un arroyo bajo la luz del sol"

Halyna se cernió sobre la joven, admirando sus suaves facciones. Aún no había tenido el placer de conocer el color de la mirada de Annelisse, pero seguramente sería algún tono misterioso y fascinante. El aroma de su sangre le hacía tener sed constantemente, a pesar de haberse alimentado hace un par de horas y que durmiera plácidamente, gracias a aquel polvo verdoso, solo le hacía desearla más. 

La vampiro solo tuvo el placer de observarla unos cuantos minutos más antes de que la joven empezara a removerse sobre la enorme cama. Halyna sonrió y apartó un ensortijado mechón rojizo de su rostro. 

Annelisse abrió los ojos y observó en silencio la madera intrincada del techo. Habían símbolos extraños tallados a mano ahí y Annelisse no pudo evitar preguntarse su significado. Sin embargo, cuando intentó incorporarse, un dolor agudo se apoderó de ella y se dejó caer como un peso muerto. 

Una risa chillona se escucho en la estancia. 

  — ¡Has tardado en despertar, me he estado aburriendo esperando! — Annelisse luchó contra el repentino mareo y entrecerró los ojos para alejar la bruma de su mirada. Ante ella, con un indecente y desgastado vestido azul que apenas cubría su cuerpo, había una mujer, de rostro alargado y mirada engatusadora. Una melena de ensortijado cabello rojo caía enmarcando sus facciones y de cierta forma, la mujer le recordó a un zorro, astuto y timador en algunos casos. 

Annelisse intentó hablar pero su garganta se hallaba seca y el pronunciar alguna palabra la lastimaba. Lamió sus pálidos labios, pasó saliva y aclaró su garganta antes de volver a intentarlo: — ¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? ¿Por qué... 

La mujer detuvo la inquisición de Annelisse cubriendo su boca con una de sus manos. El temor invadió el cuerpo de la joven, paralizando sus extremidades y llenando su  cabeza de miles de preguntas a las que no podía darles respuesta, aunque su principal duda se centraba en Christopher, el vampiro en el que había aprendido a confiar y querer.

  — Es de mala educación acribillar con preguntas a alguien. 

  — Es de mala educación raptar a una persona   — contrarrestó Annelisse, atando cabos en su mente, no se le hizo difícil llegar a la conclusión de haber sido secuestrada. No había otra explicación a despertarse en un lugar cerrado y desconocido con un mujer misteriosa que la observaba con una sonrisa diabólica.

  — ¡Insolente! —la sonrisa de la mujer se hizo más grande —Ahora, mi nombre es Halyna descendiente de un antiguo linaje de vampiros, exijo tu respeto. 

Annelisse solo bajó la mirada para ocultar su sonrisa, sin lugar a dudas, sus padres la habían criado bien, inculcándole valores, aunque aquella criatura no merecía respeto... Pero, mientras más tiempo pasaba junto a Christopher, sus actitud cambiaba y si quería salir viva de aquel lugar extraño, debía obedecerla. 

El toque inesperado de la mano de Halyna contra su pecho la sacó de sus pensamientos, el rostro de la joven se tornó rojizo y forcejeó contra el cuerpo de Halyna. Pero, la vampiro no la soltó, solo se rió divertida mientras agobiaba a la joven con su intimo roce. 

  — Mi amo me perdonará —ronroneó la mujer — Estará tan feliz y agradecido conmigo por traerle una presa humana tímida y pura. 

Halyna se apartó de la joven y se pasó la lengua por los caninos recién extendidos. La vampiro posó una mano sobre su vientre, apenas se podía notar un pequeño bulto, lo acarició con vehemencia y susurró suavemente como si quisiera consolarlo: —El amo nos perdonará. 

Annelisse observó a la mujer en silencio, conmocionada por lo que acababa de decir y por el tinte rojizo en la mirada de la mujer, aquel tono carmesí en sus ojos llenó de miedo el corazón de la joven y le hizo retroceder con horror. Los ojos de los vampiros que conocía jamás habían adquirido aquella coloración aterradora. 

Halyna dejó de acariciar su vientre y miró de nuevo a la humana a la que tanto deseaba hincarle el diente. Se lamió los labios y disfrutó del horror en la profundidad grisácea de los ojos de la joven. 

  — Lastimosamente, no puedo probarte hasta que mi amo lo haga... Más adelante disfrutaré de tu sangre — prometió Halyna y abrió la puerta de la habitación. Una luz tenue se coló dentro mientras ella salía de la estancia y cerraba la puerta tras si. 

Annelisse corrió hacia la puerta e intentó abrirla, pero fue en vano. Estaba encerrada, sola en la oscuridad y la esperanza de salir era nula. 

La mente de la joven no paraba de darle vueltas a las palabras de Halyna. La vampiro parecía estar actuando en base de satisfacer a alguien y aunque Annelisse intentara negarlo, su curiosidad le exigía molestamente averiguar quién es El amo.

Alguien de gran poder e imponente presencia, lo pudo imaginar claramente. Seguramente un hombre... no, se corrigió a sí misma: un vampiro de figura ancha y largos caninos que buscan desgarrar gargantas sin piedad.

Una verdad irrefutable surgió en su mente: Todo el tiempo, desde que vio a Christopher lo consideró una bestia, aunque no lo es, no realmente... Una bestia lucía como Halyna, salvaje y con una mirada rojiza lujuriosa por sangre. Solo con pensar en la criatura a la que servía hizo que Annelisse soltara un sollozo agónico y desató el pánico en su cuerpo.

La única esperanza que guardó en su corazón es que Christopher la encontrara antes de que fuera demasiado tarde.

Annelisse gastó sus energías buscando alguna grieta en las paredes que le permitiera encontrar una salida, examinó a fondo cada rincón y observó los símbolos grabados en el techo, pero nada generó un indicio para salir, solo estaba la puerta, cerrada desde fuera, manteniéndola cautiva. 

Ella sollozó y enterró su rostro entre sus manos. Debió decirle a Christopher sobre la sombra que vio oculta entre los árboles, nunca debió pedirles a él y a Celic que la dejaran sola en sus aposentos. 

Annelisse dejó de llorar cuando escuchó de nuevo la cerradura de la puerta, alzó la mirada y en un parpadeo, un cuerpo fue lanzado dentro. Ella jadeó espantada, pensando lo peor, la puerta se cerró rápidamente como un suspiro, dejándola de nuevo en la oscuridad. 

Annelisse se levantó con cuidado y se acercó al pequeño bulto en el suelo. Era una joven menuda, su respiración errática llegó a los oídos de Annelisse y se tranquilizó por un instante, no estaba muerta. Pero, Annelisse cubrió su boca con horror al ver la piel destrozada de los brazos de la joven, heridas recientes y otras antiguas, algunas aún sangraban... Todas poseían la misma curvatura y distancia entre dos hendiduras simétricas. 

Mordidas.

N/A: ¡Gracias por leer! Espero te gustara el capítulo, gracias por todo el apoyo que me han dado con esta historia. Si tienen alguna pregunta sobre la historia, solo háganla en los comentarios. ¡Gracias por todo!

Oscura Obsesión (Corazones Oscuros #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora