Luego de pasar un año entero en el conservatorio de música de Nueva York volví a mí pueblo originario, tras recibir un llamado urgente del hospital donde se encontraba internado mi padre. El motivo del viaje fue de lo más devastador del mundo, y aunque estaba planeado volver recién en dos semanas cuando mis vacaciones comenzaran, no podía dejar a Milko solo en esto.
Al llegar a Malibú, me dirigí directamente hacia el lugar donde me indicaron que mi padre se encontraba. Dentro de aquella blanca y deprimida habitación me encontré con el médico del caso y a un paciente muy tranquilo durmiendo en la camilla.
Lo que siguió después no me gustó, el doctor me explico que lo que mi padre padecía era cáncer y que todos los resultados de análisis estaban bastantes comprometidos con su salud, también aclaro lo muy difícil que se pondría la situación a partir desde ese entonces y tal como él lo dijo, así fue.
Él estaba postrado en un camilla en ese hospital tan deteriorado. Todos los días eran consultas con los médicos, una que otra operación, inyecciones, remedios y la constancia de las enfermeras en la habitación, siempre revisando que este todo bien con papá, aunque las cosas no iban mejorando. Fueron los peores meses, no sabía cómo reaccionar cuando me informaban sobre su estado, apenas podía verlo unas cinco veces por semana. Los psicólogos no servían, ni los médicos daban buenas noticias. Todo era un completo desastre en mi cabeza, tenía mucho miedo, miedo a perder algo que amaba, que era lo único que tenía.
Hoy se cumplen exactamente dos meses desde que mi padre enfermó, y yo aún trato de digerir la noticia y ser la persona más fuerte para él, aunque siendo sincera estoy destruida por dentro.
Con respecto a mí, fui adoptada hace 16 años en el orfanato de Malibú, por mi padre Milko Jeferson quién decidió acogerme y darme una increíble vida fuera de ese horrible lugar. No teníamos mucho pero vivíamos en una casa a dos cuadras de la playa y con eso, realmente me bastaba.
Todos los días luego de la escuela iba a la psicóloga del colegio y algunas veces al mes debía hacer terapia con mi padre, era parte del proceso de adopción por el cual mi padre y yo pasamos, el estado y las trabajadoras sociales se aseguraban que me fuera adaptando a este nuevo estilo de vida. A medida que fui creciendo las consultas iban siendo reducidas debido al avance que tuve con mi padre.
Desde pequeña me han gustado los instrumentos musicales, en especial el piano y la música clásica. Cuando cumplí 9 años mi padre me inscribió en una escuela de música donde apenas había algunos instrumentos y fue ahí cuando supe lo mucho que me gustaba.
Aún recuerdo aquel viernes por la tarde cuando escuche a Milko gritar de la emoción al ver el sobre del conservatorio de Jualliard tendido sobre el tapete de la puerta, y sin evitarlo puedo sentir aún mi corazón se exprimía y mi pulso acelerarse a medida que leí la carta, mi mano temblaba y miles de lágrimas corrían por mi mejilla y yo solo no podía dejar de ver la sonrisa de papá.
En la carta se anuncia que las clases comenzaría en seis meses, por lo que, tendría que irme a Nueva York antes de que el periodo lectivo comience. Mi padre se negaba a ir conmigo y acompañarme, por lo que, tendría que venir a visitarlo varias veces durante mis vacaciones de invierno y varano.
Cuando llego la hora de irme, una nostalgia muy grande invadió todo mi cuerpo, estaba por comenzar una de las etapas más dura de mi vida y lo iba a hacer lejos de la única persona que podía hacerme sentir segura.
Los primeros días lo llamaba para contarle sobre lo fantástico que era el conservatorio, las habitaciones, los profesores, y por lo feliz que estaba de haber sido aceptada. Cuando me asignaron las clases estaba muy atareada con los trabajos, las teorías y las practicas, por lo tanto las llamadas disminuían y ya casi no hablábamos.
Luego de dos semanas en Julliard, conocí una chica, se llamaba Olivia, era parte de algunas de mis clases, sólo hicimos unos 3 o 4 trabajos juntas. Ella toca el chelo, y debo admitir que toca demasiado bien. Varias veces hemos tocado juntas, hemos compartimos varias partituras y horas extras de clases para sumar puntos con los profesores. De todas mis compañeros de la clase con ella es con quien llevo mejor mi ritmo.
Ahora mismo, me encuentro en una encrucijada entre renunciar al único sueño que he tenido en mi vida o renunciar a lo que quizás serían los últimos momentos con mi padre, persona con quien, he compartido los mejores momentos de mi vida y la única a quien he podido dejar entrar en mi vida en sentido completo, yo no podría vivir algún día sin él en este mundo.
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Aferrada al recuerdo (Pausada)
Romance-Emi! Ya suéltame! -No hasta que me pidas disculpas -No lo haré -Entonces, no bajare - Te odio Emi - No lo haces Gino- Le sonrió cuando intento mirarlo desde su espalada mientras destapo sus ojos -No, claro que no lo hago - Los ojos de Gino están c...