La gaya ciencia («la gaya scienza»)

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Aurora es un libro que dice sí, un libro profundo, pero lumi­noso y benévolo. Eso mismo puede afirmarse también, y en grado sumo, de La gaya ciencia: casi en cada una de sus fra­ses van tiernamente unidas de la mano profundidad y petu­lancia. Unos versos que expresan la gratitud por el más pro­digioso mes de enero que yo he vivido –el libro entero es regalo suyo– revelan suficientemente la profundidad desde la que aquí se ha vuelto gaya la «ciencia»:

Oh tú, que con dardo de fuego

el hielo de mi alma has roto,

para que ahora ésta con estruendo

se lance al mar de su esperanza suprema:

cada vez más luminosa y más sana,

libre en la obligación más afectuosa -

¡así es como ella ensalza tus prodigios,

bellísimo Enero!

Lo que «esperanza suprema» significa aquí, ¿quién puede tener dudas sobre ello al ver refulgir, como conclusión del li­bro cuarto, la belleza diamantina de las primeras palabras del Zaratustra? ¿O al leer las frases graníticas del final del libro tercero, con las cuales se reduce a fórmulas por vez primera un destino para todos los tiempos? Las Canciones del Príncipe Vogelfrei, compuestas en su mayor parte en Sici­lia, recuerdan de modo explícito el concepto provenzal de la «gaya scienza», aquella unidad de cantor, caballero y espí­ritu libre que hace que aquella maravillosa y temprana cultu­ra de los provenzales se distinga de todas las culturas ambi­guas; sobre todo la poesía última de todas, Al mistral, una desenfrenada canción de danza, en la que, ¡con permiso!, se baila por encima de la moral, es un provenzalismo perfecto.


Cómo se llega a ser lo que se esDonde viven las historias. Descúbrelo ahora