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El amanecer llegó en el hermoso bosque donde se encontraban caminando tres vampiros cargando en sus fornidos brazos a un niño humano cada quien.
Como habían pensado, esos pequeños podrían dormir hasta doce horas si se lo proponían, y ese era el caso de hacía unos veinte minutos. Eran las once de la mañana, y a unos treinta metros se podía divisar la enorme y magnifica estructura del castillo Lee.
D- ¿¡esa es tu casa Hyukie!?- cuestionó el pequeño en un total asombro al ver tan magnífica estructura delante de sus ojitos.
E- sí Hae, desde ahora también será tu casa -apretó más a su fornido cuerpo el del humano.
D- ¿¡YO!? -se señaló a sí mismo el rubio zanahoria con su dedito índice derecho mientras abría sus ojos como platos mirando a Hyuk sorprendido por lo que le había dicho.
E- ¡claro que sí! -dio un besito en la mejilla humana que tenía más cerca de su rostro.
D- ¡ay siiii! -se colgó del cuello de Hyuk en un fuerte abrazo que el vampiro gustoso correspondió.
E- jajajajajajaja pececito... -dio un besito en el cabello rubio zanahoria del menor.
R- ¿¡yeye ahí vives!? ¿¡Ahí!? -daba jaloncitos a la manga derecha de la gabardina negra que vestía el vampiro de mirada gatuna.
Y- sí bebe, aquí vivo -le sonrió al pequeño quien no apartaba la vista del hermoso castillo gótico.
R- es muuuy grande tu casa yeye... ¡ASÍ! -Extendió sus bracitos lo más que pudo- ¿verdad que así de grande es tu casa yeye?
Y- jajaja sí bebe, así de grande es -acaricio las blanquecinas mejillas de Wook- ahora tú también vivirás aquí Wook...
R- ¿¡en serio!?- dio saltitos aun estando en los brazos de Yesung.
Y- sí pequeño...
K- ¿te gusta conejito, tu nuevo hogar?
S- ¡Sí! -Afirmaba con rápidos gestos de su cabecita- ¡me gusta mucho Kyuuuuuu!
K- que bueno Min, aquí hay mucho espacio para que juegues, pequeño -acaricio los mechones rubios que se posaban en la cara del menor, impidiendo que el vampiro contemplara la belleza natural de su conejito.
S- ¿¡y si me pierdo en esta casota!? -preguntó asustado el niño.
K- jajajaja entonces tendré que mostrártela...
S- ¡siiii! -dio pequeños aplausos de felicidad.
Los vampiros se adentraron en el tan famoso castillo Lee, donde muchos vampiros contaban que ningún humano había salido vivo de ese terrible lugar, y era totalmente cierto... hasta ahora.
Las enormes rejas negras se abrieron y los vampiros, con los humanos en sus brazos, se adentraron en un hermoso jardín de rosas rojas.
En su camino, se topaban con la mirada de varios de sus subordinados vampiros quienes miraban a los niños ferozmente, casi saboreándolos. Por su parte, los líderes Lee devolvían esas miradas con odio y salvajismo, ¿Quiénes se creían esos estúpidos mestizos para mirar de manera hambrienta y lujuriosa a sus pequeños? ¡Tendrían que castigarlos por mirar lo que no es de su propiedad y desear algo que no es ni será de ellos!
Finalmente las enormes puertas de madera se abrieron, dejándose ver el interior del castillo, si por fuera era impresionante, por dentro era simplemente hermoso. Con muebles de la madera más fina que hay, pinturas que se podía ver valían millones adornando las paredes de color azul pavo, el piso reluciente y brillante, adornos carísimos regados en varios muebles, rosas rojas adornando todo el esplendor del lugar, entre mil y más cosas que hacían de ese castillo un lugar exquisito y acogedor.