¨Pouvons-nous étouffer le vieux, le long Remords,
Qui vit, s'agite et se tortille
Et se nourrit de nous comme le ver des morts,
Comme du chêne la chenille?
Pouvons-nous étouffer l'implacable Remords?¨ 3
L'Irréparable. Fleurs du mal 1857
Baudelaire
La voz de Ivonne Printemps 4 se escuchaba a través del viejo megáfono mientras entonaba Au clair de la lune 5 en lo que el tiempo dejó de existir significativamente. Durante unos minutos que se prolongaron, Laertes enfocó su mirada y se percató de la menuda figura que se perfilaba ante la puerta de la Suit bajo una tenue luz mortecina. No supo cómo, pero de pronto le embargó la seguridad de que a quién tenía ante él no era ningún otro espejismo, fruto de su mente.
- He estado esperándote durante 87 años... -musitó Laertes con la voz quebrada y lastimera.
- Lo sé. - Respondió ella con cierta indiferencia, acercándose hacia el tocadiscos y bajando la música lo suficiente como para continuar siendo audible a sus sensibles sentidos. - Es el mismo número de cadáveres que he encontrado esparcidos en mi camino aquí...
- Creí... Creí que... - Lloriqueó de nuevo Laertes totalmente ido, llevándose las manos al rostro y despeinando aún más sus cabellos ensortijados.
- Está bien... - Lo interrumpió ella cubriendo como pudo sus manos entre las suyas, tan menudas y delicadas en comparación. - No es necesario que hables.
- Pero he esperado tanto tiempo... ¡Has venido al fin! - Tartamudeó el joven mirándola entre lágrimas. La pálida piel parecía fundirse sobre los pómulos afilados del muchacho, y poseía una fragilidad casi como de papel. - Has vuelto a mi... eso significa que me has perdonado...
- No, Laertes. No... - Respondió ella tajante, alejándose de él con aquel porte sobrenatural en sus movimientos. - Solo he venido a verte. - La pequeña Claudia se acercó a la ventana y observó en silencio la noche cerrada que se extendía por las calles de Chicago. El rumor del ir y venir del tráfico en la distancia apenas amortiguado por la voz de Ivonne, que continuaba entonando aquella melodía entre los prolongados silencios interpuestos entre los dos hermanos.
¨ Au clair de la lune
L'aimable Lisa
Frappe chez la brune
Elle répond soudain
Qui frappe de la sorte?
Il dit à son tour
Ouvrez votre porte¨
Laertes se había enderezado, pero sólo para agacharse y hundirse de nuevo en el sillón de terciopelo.
- No te quedarás conmigo. - Suspiró. Los ojos de color zafiro se volvieron hacia él y lo observaron tras unas pestañas cobrizas conforme una sonrisa triste tiraba de sus labios.
Más allá de la palidez de unos exquisitos rasgos, todo cuanto representaba aquella niña evidenciaba un lóbrego enigma; unos ojos que deberían ser inocentes, seducían a los vivos con intenciones veladas que se ocultaban tras las sonrisas aniñadas de unos labios que degustaban la esencia misma de la muerte. No había vuelta atrás para todo aquel que cayera rendido a su malévolo encanto, pues en ella empezaba todo, así como terminaba una vez probada la sangre de sus víctimas. Fue casi como había hecho con Laertes tiempo atrás, aprovechando aquella debilidad que despertaba en él la necesidad de protegerla, siendo el único capaz de sucumbir a la culpa mientras que ella enfocaba todo su desasosiego y furia en él, abandonándolo y finalmente negándole durante tantos años aquello que más había deseado.
Su perdón.
Por aquel entonces, él hubiera dado todo por satisfacerla; hubiera arrasado con el mundo que la inmortalidad les brindaba, un mundo que desde su partida había sido vacío y eterno. Un mundo que parecía inútil, pues ni con ello logró atemperar la furia de su hermana al no ser capaz de asir los límites de lo que parecía mantenerla en aquel estado del que era completamente consciente. Él la había convertido en lo que era y lo despreció por ello. Laertes se sintió indefenso, incapaz de remendar aquel agravio por el que ella había sufrido aquellos últimos años junto a él. Claudia se había sentido indefensa a ser tan solo una mujer atrapada en el cuerpo de una niña. Aún ahora, viendo en sus ojos aquella madurez inusitada brillando con intensidad, se sintió pequeño en comparación. Fue en ese preciso instante en el que comprendió que su hermana siempre había sido la más fuerte de los dos.
- Lo siento tanto... - Se lamentó en voz baja.
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3 Extracto de la colección de poemas ¨Las flores del mal¨ de Baudelaire. Traducción del Poema ¨Lo irreparable.¨
¿Podemos ahogar el viejo, el prolongado remordimiento,
Que vive, se agita y se retuerce,
Y se nutre de nosotros como el gusano de los muertos,
Como de la encina la oruga?
¿Podemos ahogar el implacable remordimiento?
4Ivonne Printemps (1894 - 1977) fue una soprano, cantante de vodevil y actriz francesa. Una de las grandes figuras del espectáculo musical francés de su era.
5Au clair de la lune. Enfantine Chanson. Traducción: Bajo la luz de la luna. Canción infantil francesa del siglo XVIII interpretada por Ivonne Printemps en 1931.
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Au clair de la lune
Historia CortaEl peso de la inmortalidad y la culpa es demasiado grande como para vivirla en soledad. El egoísmo es un recurso mezquino capaz de satisfacernos, pero imposible de solventar cuando se vuelve en nuestra contra y quedamos sumidos en la soledad de nue...