Capítulo VI: Misterio

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Han pasado 7 días desde aquella noche de misterio con Pauline, hace apenas 3 días ella se fue. Richard vino por ella.

Por algún extraño motivo todo fue tan rápido y las cosas sucedieron como si nada hubiese ocurrido aquella noche, ella se acercó a Richard muy amorosa y yo lo salude con mucho gusto, sin intriga.

Hoy, ya a los 7 días después, vuelve la sensación de angustia y desesperación, quisiera saber que es aquello dentro de la caja.

Ha llegado la hora de irme a trabajar, cada día detesto más dicho bar. Enciendo un cigarrillo mientras salgo por la puerta y respiro hondo. Es muy noche para llorar. Es muy noche para vivir.

Subo a mi coche y miro por el retrovisor un par de sombras a la otra esquina. No les tomo importancia y doy marcha adelante. No estoy loca, efectivamente las sombras están allí y ahora han subido a un coche al cual dieron marcha simultáneamente conmigo.

Conduzco un par de cuadras en círculos y el vehículo sigue tras de mi. Opto por conducir directo al bar, siempre está en la puerta Simon, el guardia.

Llego al bar y efectivamente está allí Simon, bajo bruscamente del coche y corro torpemente en tacones, tropezando y armando un espectáculo barato.

-Jamie, ¿qué te ha pasado?- Dice Simon mientras amablemente me toma del brazo y tira para levantarme del suelo.

-Me están siguiendo, Sim. Dos sujetos a bordo de un coche, vienen tras de mi desde que dejé el apartamento.

-¿De qué hablas?, ¿Dónde?

-¡Allá!- Exclamé bruscamente mientras señalaba la otra cuadra.

-Allí no hay nada, Jamie.- Dice él.

No sé que ha pasado, me siento tan rara. Fueron en un par de minutos en los que aparecieron y desaparecieron los espectros. Estoy segura que estaban allí.

No me queda de otra opción más que ponerme mi delantal y comenzar a sonreír. La noche es larga y no la he comenzado de buena manera. Hoy es turno largo, así que a diferencia de otros días hoy me quedaré cuatro horas más y saldré hasta las 4:00 A.M.

He servido un par de tragos y no ha ocurrido nada extraño, hasta ahora. Creo que lo lograré.

Son las 3:00 y a una hora de irme no puedo creer lo que estoy viendo. Richard ha llegado al bar, tan elegante como siempre pero hoy viste un traje completo color hueso. ¿Qué hace el aquí?

-Jamie, que gusto.

-Hola, Richard.- Creo que no me explico que ha venido ha hacer aquí él.

-Sirveme uno como ya sabes.-

Esperen, algo no anda bien aquí, ¿Qué quiso decir con "como ya sabes", si yo nunca le he servido una bebida a él, lo más raro es que mientras pensaba todo esto, inconscientemente he servido un whiskey doble con una onza de ron oscuro.

Él lo toma sonrientemente y mientras da un ligero sorbo, el exclama: aún no lo olvidas, pequeña.

Un momento, ya es muy extraño, diganme que estoy dentro de otra de mis pesadillas. No puede ser posible.

-¿Qué tal tu semana con Pauline?

-Oh, estupenda, nos divertimos mucho.- Dije yo, mientras analizaba aún la situación.

-Creo que pronto la pasarán juntas nuevamente.

-¿Por qué lo dices? Si no hace ni cuatro días que has ido por ella.

-Necesitan un tiempo, después de esta noche ambas tendrán mucho de que hablar.

-¿Y qué es lo que te trajo hasta Portland?

-Oh, vine por esto.- Dice el mientras saca de su bolso del saco un montón de papeles. -Me tengo que ir, chica. Gracias por el trago. Puedes conservar el resto.- Agregó, mientras me entregaba $100 dólares.

Sin una sola palabra más, da la media vuelta y sale por la puerta. Dios, me ha dejado en tantas cosas en qué pensar y resultó que ese tiempo que duró en el bar no fueron minutos, sino horas. Ha llegado la hora de volver a casa.

Tomo mi abrigo y bolso mientras me despido de Charlotte, mi jefa. Ha comenzado a llover y me queda un largo camino a casa.
"Estúpido..." es la única expresión que sale de entre mis labios mientras recuerdo todo lo que Richard me ha plantado en la mente. Hoy será un largo y arduo día.

Mientras voy conduciendo notó algo que me inquieta, un par de farolas de algún coche vienen muy cerca de mi. Trato de no alterarme y aprieto el acelerador. Las luces se han desvanecido.
Como es de mi costumbre enciendo la radio para poner un poco de música y lo primero que suena es "Gloomy Sunday". Inquietante ironía, pero no creo sea algo alarmante. Relajo los brazos y recorro el asiento mientras escucho la deprimente música y enciendo un cigarrillo.

Llegando al edificio está allí Jason, con cara de preocupación.

-Jamie, al fin. Sabes que me preocupa que conduzcas mientras el clima es inestable. ¿Qué tal la noche?

-Bien, cariño.- Dije en un tono más frío como ni yo me hubiese escuchado.

-¿Estás bien? Te noto distraída.

-Sólo abrazame, tengo frío.- Le dije con voz temblorosa.

-¿Te han hecho algo?- Dice él alterado.

-No, sólo quiero dormir. Estoy cansada.

-Vamos, te llevo.

Mientras subimos las escaleras giro ligeramente la cabeza y entre brazos de Jason percibo a los mismos sujetos que he visto desde la noche anterior. No me importa, con Jason me siento segura. Paramos frente de mi apartamento y con mucha ternura robo un beso de sus labios y le abrazo fuertemente. Es lo único que me queda.

HisteriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora